martes, 14 de julio de 2009

COSMOVISION CRISTIANA, UNA VISION TRANSFORMADORA


Este libro nace como respuesta a la imperante necesidad de que el pueblo de Dios se esfuerce en recobrar una cosmovisión bíblicamente forjada que nos conduzca a amar a Dios y a serle fieles y obedientes en diversas esferas de la vida.
Comenzando por explicar qué son las cosmovisiones y su relación con la cultura, analiza la cosmovisión moderna marcada por el problema del dualismo y establece las bases para una genuina cosmovisión bíblica centrada en una respuesta cultural cristiana en acción[1].

Cosmovisión y Erudición[2].

La cosmovisión occidental ha recorrido su curso. Estamos en un periodo de decadencia cultural. El capítulo diez aduce que, desde la perspectiva de una cosmovisión cristiana, la verdadera renovación cultural es sólo posible si abandonamos nuestros ídolos, si reconocemos la multidimensionalidad de la vida, si respondemos obedientemente a las normas de Dios para nuestras vidas y si nos ocupamos comunitariamente de una renovación cultural. Una visión cultural cristiana debe ser global porque la crisis es muy amplia y porque la cosmovisión cristiana (por definición) apela a toda la vida. Ahora pasamos a ver cómo nuestra visión afecta la reflexión universitaria y el estudio.


Los estudios universitarios en una cultura en decadencia.
Algunos podrían aducir que en vista de tragedias humanas tales como la hambruna, la opresión política y la amenaza de un holocausto nuclear, no es razonable que los cristianos se ocupen de la frivolidad de la erudición. ¿Por qué se ocupan de estudiar cuando la cultura entera se encuentra en tal crisis? ¿Por qué, pues, deben estudiar los cristianos? Porque la universidad está en el corazón de la cultura. Por lo tanto, es un lugar estratégico para un testimonio cristiano que traiga sanidad. Además, a menos que los cristianos un trabajo serio de reflexión académica, su testimonio cultural carecerá tanto de profundidad como de penetración. Tal falta se hace evidente en muchos esfuerzos por un testimonio cultural cristiano hoy.

Si los centros comerciales suburbanos son templos del economismo, y si la fabricación de armamento nuclear es un sacrificio al tecnicismo, entonces la universidad funciona como el seminario teológico para los sacerdotes de alto rango del cientificismo. En efecto, dice Hendrik Hart que, cuando entramos en el área de la erudición, entramos en “la esfera de la influencia de una de las religiones más dogmáticas e influyentes de la civilización occidental”[3]. Si nuestro análisis del cientificismo como uno de los pilares de la fe de la cultura occidental es apropiado, entonces no podemos evitar concebir la universidad en términos religiosos. Las ideas desarrolladas por la reflexión universitaria se concretizan en la sociedad.

La economía. Considera dos ejemplos prominentes: primero la economía y luego la psicología. Cuando una nación moderna está en estado de recesión económica, acude a los expertos en economía en busca de una solución. (Esto es de alguna manera análogo a las gentes conocidas como primitivas que acuden a su médico brujo local para saber por qué los dioses no trajeron buenas cosechas este año) Si los expertos en economía (entrenados en el sistema universitario de occidente) adoptan un modelo neoclásico de economía, defenderán la idea de un mercado que funciona independientemente (ya sea en términos del libro de Wealth of Nations [La Riqueza de las Naciones] de Adam Smith o en términos de Capitalism and Freedom [Capitalismo y Liberalismo] de Milton Friedman). Su respuesta tendrá implicaciones económicas, sociales y ecológicas bien precisas[4]. Este acercamiento de “laissez-faire” no sólo provoca desempleo y desastres ecológicos (los reglamentos ambientales se ven como intervenciones), sino conlleva un debilitamiento de la asistencia social. Dicen los economistas neoclásicos que, después de todo, si a la economía se le permite funcionar por si sola los beneficios materiales “escurrirán” a los pobres. Además, según esta teoría, la ayuda gubernamental a los pobres es económicamente antiproductiva porque reduce las ganas de trabajar.

No obstante, si los expertos en economía, a quienes se consulta en tiempos de recesión, son intervencionistas, una situación algo diferente emerge. El intervencionismo, fundado por J.N. Keynes (ver pp. 137-38) y seguido más recientemente por el economista “liberal” J.K. Galbraith, también ve al mercado como un mecanismo, pero sostiene que la máquina necesita mantenimiento gubernamental. En este escenario, los gastos gubernamentales y la deuda nacional van en aumento, mientras el papel del gobierno es la vida de una cultura se mueve aún más cerca de un totalitarismo benevolente. El intervencionismo produce, al final, un estado de beneficencia.

Tenemos aquí dos teorías económicas que se desarrollan, se discuten y se enseñan en el seno de las aulas universitarias, en las cátedras de los profesores y en los clubes de las facultades de nuestra sociedad. Pero las implicaciones de estas teorías alcanzan absolutamente las vidas de todos cuando se hacen normativas en una cultura dada. Ciertamente el testimonio cristiano en pos de las normas de Dios para la economía tiene su lugar en esta tarea de la sociedad donde se producen las teorías.

La psicología: Ahora considera el modelo conductista en psicología, que es tan bien conocido (y mucho se debate). El conductismo concibe a los seres humanos exclusivamente a través del modelo de estímulo, respuesta, refuerzo. B.F. Skinner dice que “el hombre es una máquina en el sentido de que es un sistema complejo que se comporta según leyes”[5]. Si el estímulo y el refuerzo son consistentes, la respuesta será siempre la misma. En términos skinerianos, la psicología pués se convierte en una “tecnología del comportamiento” –una tecnología que puede usarse para manipular a la gente para que se comporte de maneras socialmente aceptables. Tal tecnicismo conductista es el resultado lógico del renacimiento de la perspectiva de Francis Bacon del poder científico como control y poder.

LA cultura norteamericana no está aún cerca de Walden II, pero ya podemos discernir las implicaciones culturales de tal modelo conductista. Los hospitales para la salud mental apoyados por el gobierno, por ejemplo, aplican regularmente técnicas conductistas en el cuidado de enfermos mentales. Además, la teoría educativa enseñada a la mayor parte de los maestros de nuestros hijos está conformada primordialmente por el conductismo. Por ello, el comportamiento de nuestros hijos y la educación están “técnicamente” controlados al grado de que sus maestros siguen este único modelo de psicología.

Las agencias publicitarias se dan cuenta muy bien de la manera en que el estímulo correcto (audible o visual) y el refuerzo pueden producir el comportamiento deseado en un consumidor. A los gerentes de corporaciones se les enseñan herramientas conductistas para ayudar al “manejo” de las relaciones y la moral del personal. Ciertos “incentivos” (estímulos) y “afirmaciones” (refuerzos) mantienen al personal “productivo” (el comportamiento deseado). Así que con este vistazo se puede comprobar como una teoría científica particular, cuando llega a tener importancia en el seno de la universidad, comienza a modelar la vida cultural.

Los ejemplos que ilustran la manera en que la reflexión universitaria influye en la cultura abundan. Más atrás hicimos referencia a la profesión médica. Un modelo que ve al cuerpo humano meramente como un complejo de funcionamientos bioquímicos producirá la clase de cuidados de la salud orientados al empleo de medicamentos que es característico de la sociedad occidental. El énfasis exagerado de los métodos de cuantificación y de estadísticas en la sociología académica determina al final la clase de política social que nuestro gobierno adoptará; contribuye a un desempeño impersonal y frío en profesiones de carácter social. Si la técnica se absolutiza como un fin en sí mismo, que no está sujeto a otras normas, entonces la automatización, la informatización y la nuclearización serán nuestros símbolos indudables de progreso.

Middleton, J. R. y Walsh, B. J. COSMOVISIÓN CRISTIANA. Una visión transformadora. CLIE (Terrassa), 2003, 176 pp.

[1] De la contra portada.
[2] Adaptado del capítulo 11, pp.147-150.
[3] Hendrik Hart, “The Idea o fan Inner Reformation of the Sciences”, Toronto: Institute for Christian Studies, 1980, p.16.
[4] Por supuesto, la mayoría de los gobiernos que están bajo la influencia del acercamiento neoclásico son inconsistentes. Aunque mantienen una política no intervencionista en cuanto a la regulación de la industria, son intervencionistas cuando se trata de dar incentivos a la industris y recortes a los impuestos. Y en casos extremos incluso “resulta fiador” de torpes corporaciones tales como la compañía Chrysler.
[5] BF Skinner. Vellón Freedom and Dignity. New York: Vintage/Bantam, 1972, p193

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