martes, 28 de julio de 2009

RETORNO A LA LIBERTAD Y LA DIGNIDAD


Schaeffer ha sido llamado "el profeta de nuestro tiempo". Aun aquellos que no concuerden completamente con sus conclusiones tendrán que reconocer que su obra ha dejado huella indeleble en el pensamiento protestante mundial. Ha sido maestro de toda una generación de evangélicos esforzándose como pocos en presentar la fe cristiana evangélica como alternativa radical a la confusa sociedad del siglo XX.
Su notable aportación en el difícil campo de la apologética ha marcado toda una época. Su frase y lema favorito: "El señorío de Cristo en la totalidad de la vida", supo plasmarlo en todas sus obras y encarnarlo de manera admirable. En sus numerosas obras hallamos el pensar genuinamente cristiano, sin "capillismos pietistas" que se aletargan el prejuicio y el temor a todo lo circundante. Schaeffer se esfuerza en poner de relieve el potencial cultural de la fe cristiana en medio de una seudocultura pagana y decadente. Dicha cultura protestante es también parte de la misión de la Iglesia como "luz y sal del mundo", constituyéndose como alternativa a todas las necesidades del hombre: espirituales, emocionales, culturales, etc.
Pero ante todo, Francis A. Schaeffer presenta un mensaje fiel a las Escrituras sin compromisos racionales o intelectuales. Saber mirar cada movimiento cultural con ojo crítico, desmitificando los prejuicios contra el cine, el arte, el teatro, etc. no es nada fácil, pero sí necesario. Nuestra fe hay que presentarla con un enfoque actual en todas las áreas del pensamiento y la cultura. El problema acuciante, existencial es abordado juiciosamente, sin soluciones simplistas. El pensamiento acristiano o anticristiano, la ética de situación y muchos males existentes y patentes hoy día son abordados con acierto, lógica, respeto y claridad. ¿Qué más decir? Sin duda que estas son las características esenciales en sus obras.


En el año 1972 se publicó por primera vez este libro, siendo traducido por José Grau un año después y distribuido por Ediciones Evangélicas Europeas. Se trata de una crítica a cuatro conferencias pronunciadas por reputados científicos. Temas como la manipulación biológica o niños probeta son tratados recalcando sus consecuencias lógicas, las cuales parecen ser olvidadas intencionadamente por sus defensores. Ante la ideología materialista y evolucionista, con su concepto deforme y bajísimo del hombre, la fe cristiana auténtica es proclamada como defensora de la dignidad y libertad del hombre como ser a imagen y semejanza de Dios. Este concepto bíblico del hombre constituye un fundamento para la defensa de los débiles y del propio hombre, dándole a la vez sentido a su existencia en medio de un universo desconocido.
Como ya se puede comprobar, estas cuestiones no han perdido un ápice de actualidad y, por tanto, este libro debería ser lectura obligada para todo cristiano, estudiante en particular. Son excelentes los planteamientos de Schaeffer a la hora de enjuiciar la ética de situación basados en una lógica aplastante. Nuestro autor destaca ciertamente como filósofo y teólogo, ninguna de sus obras tiene desperdicio alguno. Sin duda, todo gran cristiano es, además, un gran pensador; esto define a Francis A. Schaeffer.
Francisco de San Román

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jueves, 23 de julio de 2009

LA IGLESIA AL FINAL DEL SIGLO XX


Este libro de Francis Schaeffer fue publicado en inglés en 1970, y en castellano tres años después. La fecha es importante, pues el trasfondo social del libro es la revolución estudiantil de los años sesenta. Para Schaeffer, siempre perceptivo, aquella revolución, cuyas olas alcanzaron universidades en varios continentes, era una de las consecuencias lógicas del relativismo que se había convertido en el nuevo dios de mucha gente. Schaeffer desenmascara la inevitable incoherencia del pensamiento relativista. Demuestra que cuando el hombre es considerado, o se considera a sí mismo, una simple máquina -y ya no una criatura de Dios hecha a imagen de su Creador- es tratado como una máquina, y no como una persona. Apunta la ironía que el racionalismo -el cual no es lo mismo que la razón- a menudo lleva a los que caen en él a un misticismo irracional. Observa que se habla mucho de ciertos valores cuando se ha quitado la base de esos valores. Analiza lo que él considera las únicas tres alternativas a la idea de que existen principios absolutos universales, y expone sus defectos.

Schaeffer toca, entre otras cosas acertadas, un punto clave aquí: el rechazo de la antítesis. Antes se creía que, por ejemplo, blanco y negro eran opuestos, y que aquello que era blanco no podía ser, al mismo tiempo, negro. Esto se aplica a todas las áreas de la vida y del pensamiento. Los teístas y los ateos no podían tener ambos la razón. Pero, dice Schaeffer, el relativismo ha rechazado todo eso; ha puesto en su lugar la idea hegeliana de la síntesis. El resultado es que los únicos que tienen la Verdad ¡son los que dicen que la Verdad no existe!
De su análisis del relativismo como tal, Schaeffer pasa a analizar la postura de la Iglesia en esa situación. Encuentra mucho que es feo, mucha hipocresía, y mucho que, aunque pareciendo ser cristiano, está fundamentado sobre bases tan débiles como las del mismo relativismo. El resto del libro constituye una llamada a las iglesias a estar dispuestas a adaptarse en aquellas cosas sobre las cuales no hay nada escrito en las Escrituras, a practicar la verdadera comunidad novotestamentaria, a dejar de confundir el tradicionalismo con el cristianismo, y a demostrar el verdadero amor y la verdadera unidad que, según el Señor Jesucristo mismo, van a ser los criterios según los cuales el mundo va a juzgar la Iglesia. Todo esto y mucho más. Es un libro importante.
Andrés Birch

Introducción
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martes, 14 de julio de 2009

COSMOVISION CRISTIANA, UNA VISION TRANSFORMADORA


Este libro nace como respuesta a la imperante necesidad de que el pueblo de Dios se esfuerce en recobrar una cosmovisión bíblicamente forjada que nos conduzca a amar a Dios y a serle fieles y obedientes en diversas esferas de la vida.
Comenzando por explicar qué son las cosmovisiones y su relación con la cultura, analiza la cosmovisión moderna marcada por el problema del dualismo y establece las bases para una genuina cosmovisión bíblica centrada en una respuesta cultural cristiana en acción[1].

Cosmovisión y Erudición[2].

La cosmovisión occidental ha recorrido su curso. Estamos en un periodo de decadencia cultural. El capítulo diez aduce que, desde la perspectiva de una cosmovisión cristiana, la verdadera renovación cultural es sólo posible si abandonamos nuestros ídolos, si reconocemos la multidimensionalidad de la vida, si respondemos obedientemente a las normas de Dios para nuestras vidas y si nos ocupamos comunitariamente de una renovación cultural. Una visión cultural cristiana debe ser global porque la crisis es muy amplia y porque la cosmovisión cristiana (por definición) apela a toda la vida. Ahora pasamos a ver cómo nuestra visión afecta la reflexión universitaria y el estudio.


Los estudios universitarios en una cultura en decadencia.
Algunos podrían aducir que en vista de tragedias humanas tales como la hambruna, la opresión política y la amenaza de un holocausto nuclear, no es razonable que los cristianos se ocupen de la frivolidad de la erudición. ¿Por qué se ocupan de estudiar cuando la cultura entera se encuentra en tal crisis? ¿Por qué, pues, deben estudiar los cristianos? Porque la universidad está en el corazón de la cultura. Por lo tanto, es un lugar estratégico para un testimonio cristiano que traiga sanidad. Además, a menos que los cristianos un trabajo serio de reflexión académica, su testimonio cultural carecerá tanto de profundidad como de penetración. Tal falta se hace evidente en muchos esfuerzos por un testimonio cultural cristiano hoy.

Si los centros comerciales suburbanos son templos del economismo, y si la fabricación de armamento nuclear es un sacrificio al tecnicismo, entonces la universidad funciona como el seminario teológico para los sacerdotes de alto rango del cientificismo. En efecto, dice Hendrik Hart que, cuando entramos en el área de la erudición, entramos en “la esfera de la influencia de una de las religiones más dogmáticas e influyentes de la civilización occidental”[3]. Si nuestro análisis del cientificismo como uno de los pilares de la fe de la cultura occidental es apropiado, entonces no podemos evitar concebir la universidad en términos religiosos. Las ideas desarrolladas por la reflexión universitaria se concretizan en la sociedad.

La economía. Considera dos ejemplos prominentes: primero la economía y luego la psicología. Cuando una nación moderna está en estado de recesión económica, acude a los expertos en economía en busca de una solución. (Esto es de alguna manera análogo a las gentes conocidas como primitivas que acuden a su médico brujo local para saber por qué los dioses no trajeron buenas cosechas este año) Si los expertos en economía (entrenados en el sistema universitario de occidente) adoptan un modelo neoclásico de economía, defenderán la idea de un mercado que funciona independientemente (ya sea en términos del libro de Wealth of Nations [La Riqueza de las Naciones] de Adam Smith o en términos de Capitalism and Freedom [Capitalismo y Liberalismo] de Milton Friedman). Su respuesta tendrá implicaciones económicas, sociales y ecológicas bien precisas[4]. Este acercamiento de “laissez-faire” no sólo provoca desempleo y desastres ecológicos (los reglamentos ambientales se ven como intervenciones), sino conlleva un debilitamiento de la asistencia social. Dicen los economistas neoclásicos que, después de todo, si a la economía se le permite funcionar por si sola los beneficios materiales “escurrirán” a los pobres. Además, según esta teoría, la ayuda gubernamental a los pobres es económicamente antiproductiva porque reduce las ganas de trabajar.

No obstante, si los expertos en economía, a quienes se consulta en tiempos de recesión, son intervencionistas, una situación algo diferente emerge. El intervencionismo, fundado por J.N. Keynes (ver pp. 137-38) y seguido más recientemente por el economista “liberal” J.K. Galbraith, también ve al mercado como un mecanismo, pero sostiene que la máquina necesita mantenimiento gubernamental. En este escenario, los gastos gubernamentales y la deuda nacional van en aumento, mientras el papel del gobierno es la vida de una cultura se mueve aún más cerca de un totalitarismo benevolente. El intervencionismo produce, al final, un estado de beneficencia.

Tenemos aquí dos teorías económicas que se desarrollan, se discuten y se enseñan en el seno de las aulas universitarias, en las cátedras de los profesores y en los clubes de las facultades de nuestra sociedad. Pero las implicaciones de estas teorías alcanzan absolutamente las vidas de todos cuando se hacen normativas en una cultura dada. Ciertamente el testimonio cristiano en pos de las normas de Dios para la economía tiene su lugar en esta tarea de la sociedad donde se producen las teorías.

La psicología: Ahora considera el modelo conductista en psicología, que es tan bien conocido (y mucho se debate). El conductismo concibe a los seres humanos exclusivamente a través del modelo de estímulo, respuesta, refuerzo. B.F. Skinner dice que “el hombre es una máquina en el sentido de que es un sistema complejo que se comporta según leyes”[5]. Si el estímulo y el refuerzo son consistentes, la respuesta será siempre la misma. En términos skinerianos, la psicología pués se convierte en una “tecnología del comportamiento” –una tecnología que puede usarse para manipular a la gente para que se comporte de maneras socialmente aceptables. Tal tecnicismo conductista es el resultado lógico del renacimiento de la perspectiva de Francis Bacon del poder científico como control y poder.

LA cultura norteamericana no está aún cerca de Walden II, pero ya podemos discernir las implicaciones culturales de tal modelo conductista. Los hospitales para la salud mental apoyados por el gobierno, por ejemplo, aplican regularmente técnicas conductistas en el cuidado de enfermos mentales. Además, la teoría educativa enseñada a la mayor parte de los maestros de nuestros hijos está conformada primordialmente por el conductismo. Por ello, el comportamiento de nuestros hijos y la educación están “técnicamente” controlados al grado de que sus maestros siguen este único modelo de psicología.

Las agencias publicitarias se dan cuenta muy bien de la manera en que el estímulo correcto (audible o visual) y el refuerzo pueden producir el comportamiento deseado en un consumidor. A los gerentes de corporaciones se les enseñan herramientas conductistas para ayudar al “manejo” de las relaciones y la moral del personal. Ciertos “incentivos” (estímulos) y “afirmaciones” (refuerzos) mantienen al personal “productivo” (el comportamiento deseado). Así que con este vistazo se puede comprobar como una teoría científica particular, cuando llega a tener importancia en el seno de la universidad, comienza a modelar la vida cultural.

Los ejemplos que ilustran la manera en que la reflexión universitaria influye en la cultura abundan. Más atrás hicimos referencia a la profesión médica. Un modelo que ve al cuerpo humano meramente como un complejo de funcionamientos bioquímicos producirá la clase de cuidados de la salud orientados al empleo de medicamentos que es característico de la sociedad occidental. El énfasis exagerado de los métodos de cuantificación y de estadísticas en la sociología académica determina al final la clase de política social que nuestro gobierno adoptará; contribuye a un desempeño impersonal y frío en profesiones de carácter social. Si la técnica se absolutiza como un fin en sí mismo, que no está sujeto a otras normas, entonces la automatización, la informatización y la nuclearización serán nuestros símbolos indudables de progreso.

Middleton, J. R. y Walsh, B. J. COSMOVISIÓN CRISTIANA. Una visión transformadora. CLIE (Terrassa), 2003, 176 pp.

[1] De la contra portada.
[2] Adaptado del capítulo 11, pp.147-150.
[3] Hendrik Hart, “The Idea o fan Inner Reformation of the Sciences”, Toronto: Institute for Christian Studies, 1980, p.16.
[4] Por supuesto, la mayoría de los gobiernos que están bajo la influencia del acercamiento neoclásico son inconsistentes. Aunque mantienen una política no intervencionista en cuanto a la regulación de la industria, son intervencionistas cuando se trata de dar incentivos a la industris y recortes a los impuestos. Y en casos extremos incluso “resulta fiador” de torpes corporaciones tales como la compañía Chrysler.
[5] BF Skinner. Vellón Freedom and Dignity. New York: Vintage/Bantam, 1972, p193

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LA FILOSOFIA DE LA HISTORIA DE FRANCIS SCHAEFFER

Por William H. Burnside
Copyright © 1991 William H. Burnside
Muerte en la Ciudad, El Dios que está allí, Él está allí y no está callado: muchos de nosotros recordamos la emoción espiritual e intelectual que llegó con la lectura de aquellos libros y ver cómo claramente solo la Biblia tiene una cosmovisión consistente. La Verdad, la Verdad absoluta, enraizada en la persona y carácter de Dios, era lo que necesitábamos. Descubrimos que “el divino poder [de Dios] nos ha dado todo lo que necesitamos para la vida y la piedad” incluyendo respuestas intelectualmente satisfactorias a las cuestiones básicas de la vida.

Nuestro punto de partida es el justo y santo Creador del Universo, el Dios lleno de gracia quien se volvió Hombre en la Persona de Jesucristo y nos redimió de nuestros pecados, dándonos seguridad de vida eterna. Con ello llegó la promesa de trascendencia y significado en la vida. Somos todos trascendentes, personas con significado porque fuimos creados a la misma imagen de Dios. Fueron Francis y Edith Schaeffer quienes señalaron estas cosas en una forma clara e intelectualmente honesta a mi generación. Fue también él quien habló enérgicamente de la insuficiencia de la teología Bíblica ortodoxa sin un estilo también Bíblico de vida, uno que exhibiera la compasión y el servicio de nuestro Señor. Muéstrennos el poder del Dios Viviente en nuestras vidas, desafió él a una generación de jóvenes, y también a sus profesores.


Es tiempo para recordar aquellas verdades Bíblicas y es tiempo de introducir a una nueva generación a aquellas grandes verdades. Debemos hacer eco del Salmo 33:11: “El consejo de Jehová permanecerá para siempre; los pensamientos de su corazón por todas las generaciones.”

Un Fluir de la Historia
La historia es lineal; no es cíclica. Hay un fluir de la historia que muestra una continuidad desde antes del comienzo cuando Dios la Trinidad comunicó y planeó la creación del hombre a Su imagen, dándole al hombre una voluntad verdadera. Dios, en efecto, les dijo a Adán y Eva: “Créanme y permanezcan en su lugar como criaturas, no como uno que es autónomo. Créanme y ámenme como una criatura a su Creador, y todo estará bien. Este es el lugar para el cual os he hecho.”

Creado a Imagen de Dios, pero Caído
Pero Adán y Eva se rebelaron contra su Creador, abriendo la puerta a la catástrofe de la historia humana: una relación quebrantada con Dios, el uno con el otro en la sociedad humana, y dentro de ellos mismos. Los efectos de la Caída en la historia humana fueron enormes pero no cambiaron la continuidad de la historia que está enraizada en la eternidad pasada y continua a través de ambos advenimientos de Cristo hasta la eternidad futura cuando la creación original será restaurada al diseño original de Dios. Dios creó seres humanos inmortales. “Observen a un hombre mientras muere. Cinco minutos después todavía existe. No hay tal cosa como la detención de la existencia del hombre. Él todavía continúa. Por la Caída el hombre no ha perdido su ser como ser humano. No ha perdido aquellas cosas que intrínsecamente es como hombre. No se ha vuelto un animal o una máquina. Vivo en un mundo personal, y Dios está tratando conmigo no por unos pocos cortos años sino para siempre. Y puedo hacer diferentes juicios de valores mientras miro al mundo porque entiendo que la realidad no existe solo entre el nacimiento y la muerte. Un Dios personal está actuando en una historia verdadera y continúa para siempre.” El hombre como hombre en la historia humana refleja la imagen de Dios en la manera en que fue hecho y en la manera en que actúa. Los seres humanos inevitablemente cumplen el mandato cultural de señorear y tener dominio sobre la creación de Dios aún cuando profesen ellos mismos ser autónomos e independientes de dios. El predicamento humano es un problema moral; no es metafísico.

No todo lo que pasa en el mundo es 'natural'... Todo en la historia no es igualmente 'normal'. Debido a la anormalidad producida por el hombre, no todo lo que ocurre en la historia debería estar allí. Así pues, no todo lo que la historia produce es justo solo porque ocurre, y no todos los impulsos y motivos personales son igualmente buenos. Es posible para los Cristianos hablar de cosas como absolutamente equivocadas, pues ellas no son originales en la sociedad humana, sino que se derivan de la Caída. Ellas son, en ese sentido, 'anormales'. Podemos estar contra lo que es equivocado y cruel sin estar en contra de Dios, pues Él no hizo al mundo como es ahora.

Dios es Soberano
La historia es una. No ha habido sino una historia: aquella que en realidad ha ocurrido en oposición a lo que podría haber ocurrido o lo que pudo haber ocurrido. La contingencia, aún así, no es un problema en el sistema Bíblico de pensamiento y de explicación histórica. Las modalidades de la vida están en las manos del Dios soberano quien hace todas las cosas según el consejo de Su propia voluntad. La Primera Causa es siempre el Dios Creador Soberano del Universo y ningún hombre puede detener Su mano o decir, “¿Qué haces tú?” Sin embargo, dentro de las limitaciones de los decretos soberanos, planes y propósitos de Dios, los seres humanos tienen la increíble habilidad de “afectar la forma externa del universo”. Sea que plantemos una flor, escribamos un libro, edifiquemos una ciudad, o destruyamos una civilización, el hombre a imagen de Dios ha creado y edificado, aliviado el sufrimiento o brutalizado a sus contemporáneos. Pero está siempre limitado y controlado por el Dios soberano quien controla la plenitud del tiempo y el contexto histórico en el que el hombre actúa. “Si”, dijo Jesús, “las poderosas obras” hechas en Capernaúm hubiesen sido hechas en Sodoma, los Sodomitas se hubieran arrepentido y “hubiese permanecido hasta el día de Jesús.”

Una Realidad
Tanto en la historia como en la vida no hay sino “una realidad”. Lo 'sobrenatural' y lo 'natural' son ambas parte de lo que es. Ellos no son ámbitos separados. El mundo espiritual invisible está aquí en la historia humana del espacio/tiempo. Cuando Eliseo fue rodeado por tropas Sirias, Dios abrió los ojos de su sirviente para que pudiera ver lo que ya estaba alí: “el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo”. Esa fue la razón por la cual Eliseo le había dicho a su siervo, “No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos.” (II Reyes 6:15-17). El Nuevo Testamento hace eco de ese pasaje con casi idénticas palabras: “Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo.” (1 Juan 4:4)

Cuando Moisés y Elías se le aparecieron a Jesús en el Monte de la Transfiguración, no estaban en otro ámbito sino en la misma montaña que Jesús y sus discípulos habían escalado en Palestina. Jesús fue glorificado en una luz brillante en este mundo. Cuando bajaron de la montaña, el tiempo había pasado: hubo un “al día siguiente” (Lucas 9:37). No hay una visión platónica de la realidad y del tiempo deteniéndose en un ámbito diferente, sino simplemente la secuencia de eventos dentro de una única realidad. El dividir los 'ámbitos' en categorías espirituales y naturales no las separa en dos realidades. No hay sino una realidad, aquella que existe actualmente y que existe colindantemente.

Después que Jesús fue glorificado y apareció en esta tierra por cuarenta días, sus discípulos le tocaron, le vieron, comieron con él. Cuando Jesús ascendió, “fue a una hora del día, en un día del calendario. Hubo un momento cuando Sus pies dejaron el Monte de los Olivos.” Y habrá un día en la historia del mundo cuando Él regrese para posarse en la misma locación geográfica.

El apóstol Pablo vio al Señor levantado en el Camino de Damasco. Era el mediodía en el desierto y la luz de la gloria de Cristo era tan brillante que Pablo fue físicamente cegado por ella. No solo eso; escuchó una voz hablándole en lengua Hebrea.

Jesús apareció... hablando un idioma normal, usando palabras normales y gramática normal, a un hombre llamado Saulo. Con esto, hay una completa negación de la proyección de siglo veinte de estas cosas – de manera religiosa – hacia 'otro' mundo. Aquí estamos en el ámbito del espacio, el tiempo, la historia, la comunicación normal y el lenguaje normal.

Un Sistema Abierto
En una palabra, la filosofía Bíblica de la historia es un “sistema abierto” en el que lo sobrenatural es igualmente una parte de la realidad como el “fenómeno natural” de todos los días. Simplemente no es un sistema naturalista cerrado. Este fue un punto que Schaeffer señaló vez tras vez.

El Punto de Perspectiva de la Historia
El punto de perspectiva de la historia es la encarnación y obra de Cristo en este mundo. Aún antes de la fundación del mundo la dirección de la historia era hacia la venida de Cristo en Su primer advenimiento. A partir de allí, la victoria que Jesús trajo sobre el pecado, la muerte y el infierno le ha dado significado y propósito a la vida y a la historia. Es todavía nuestro punto de perspectiva mientras aguardamos Su segundo advenimiento, cuando la creación original será restaurada en una nueva creación en la eternidad futura.

Schaeffer concluyó que la historia, para el hombre moderno, es absurda porque no tiene punto de perspectiva ni absolutos por los cuales juzgar la historia. Su punto de partida es erróneo y eso ha dado al traste con sus cálculos. Él inicia con el hombre, enclenque, finito, defectuoso y limitado, y toda extensión a partir de sí mismo lleva solamente hacia abajo, hacia un valle sin salida. Él mira a la forma del universo: “obviamente no es solo un puñado de guijarros arrojados por allí”. ¿De dónde vino? ¿Por qué tiene forma – y una forma tan hermosa, espectacularmente compleja? Si uno comienza con un universo impersonal, no hay explicación para la existencia de la personalidad y el hombre mismo se pierde en la concepción de la eternidad de la materia.

“Renuncie a la creación y a la realidad histórica del espacio-tiempo y todo lo que queda es lo que no ha sido creado. No es que algo no exista, sino que simplemente está allí, autónomo para sí mismo, sin soluciones y sin respuestas... La [desesperación] del hombre moderno descansa principalmente sobre el hecho de haber perdido la realidad de la condición de creadas que tienen todas las cosas excepto el Dios personal quien siempre ha sido.” Claro, todas estas cosas tienen un significado enorme para el estudio de la historia: cómo podemos estudiar la historia 'humana' sin saber lo que es el hombre o de dónde vino o cuál es su naturaleza esencial.

Schaeffer, por supuesto, halló en la Biblia y en la teología Bíblica tradicional la explicación para el histórico “problema del mal” en el mundo. En el sistema Bíblico Schaeffer encontró que el hombre y la mujer fueron creados sin defecto, sin impedimento moral sino con volición genuina con la que podía decir “no” a Dios lo mismo que “sí”. Cuando hicieron exactamente eso el pecado entró en el mundo y la muerte por el pecado y así los males de la historia fueron pasados a todos.

El Juicio de Dios
Y con el pecado vino el juicio de Dios. En su poderosa exposición de Romanos capítulo uno Schaeffer comentó que el hombre se volvió necio en sus razonamientos. “Él ha aceptado una posición que es intelectualmente necia no solo con respecto a lo que la Biblia dice, sino también en cuanto a lo que existe – el universo y su forma y la naturaleza del hombre. Al darle la espalda a Dios y a la verdad que Él le había dado, el hombre se ha vuelto un necio con respecto a lo que el hombre es y lo que el universo es. Se queda con una posición con la cual no puede vivir, y es capturado en una multitud de tensiones intelectuales y personales.

En Muerte en la Ciudad Schaeffer describió Romanos uno como refiriéndose no solamente a la caída original, sino también al principio histórico del juicio de Dios contra cualquier nación o cultura que le vuelva la espalda a Dios. Y ese juicio no se halla solamente en el futuro escatológico, sino que está también aquí y ahora en los eventos de la historia. Una nación que se alejado de Dios ha olvidado que el fin principal del hombre es amar a Dios y tener compañerismo con Él. Y en ese olvido la nación ha olvidado el propósito del hombre hecho a la imagen de Dios – estar en relación con el Dios que está allí. En cualquier período de la historia el efecto es el mismo: el hombre olvida su propósito y de allí olvida quién es él y lo que la vida significa.

La mano de Dios está aquí abajo, en nuestra cultura, en juicio... A diferencia de Zeus, a quienes los hombres imaginaban arrojando grandes rayos, Dios se ha vuelto en juicio mientras nuestra generación le ha dado la espalda, y Él ha permitido que la causa y efecto tomen su curso en la historia.
“Dios puede traer Su juicio en una de dos maneras: ya sea por intervención directa en la historia o por darle vuelta a las ruedas de la historia.

La Reforma trajo “el maravilloso don de la libertad... un balance de forma y libertad en el estado y en la sociedad. Sin embargo, una vez que nos alejamos de la base Cristiana, es esta misma libertad, ahora como una libertad sin forma, la que trae un juicio sobre nosotros en el girar de las ruedas de la historia... ¡Hay muerte en la polis, hay muerte en la ciudad!”

La historia no es mecánica. Dios opera en la historia sobre la base de Su carácter. Israel fue llevado a la cautividad Babilónica no simplemente por razones militares o económicas, sino porque un Dios santo les había juzgado porque se habían alejado de Él. Él hará lo mismo en nuestra generación. Esa es una parte de la realidad de la historia.

Dios, Historia y Evangelismo
Schaeffer miraba las acciones soberanas de Dios en el evangelismo como un ejemplo de cómo Dios actúa en la historia.

No hay casualidades en Dios, sino que la historia tiene significado real. En el Cristianismo, la causa y efecto en la historia del espacio-tiempo tiene un significado real. Las criaturas racionales morales que Dios creó (de quienes conocemos dos clases – ángeles y hombres) influyen la historia por elección. En términos del siglo veinte, el hombre no está programado... Aún los elementos impersonales de la creación de Dios tienen un significado en la historia en sus propios niveles. El viento es la causa que derriba el árbol. En otras palabras, la relación mecánica de causa-efecto es significativa en la historia, y en otro nivel, las criaturas morales y racionales son significativas en la historia por elección... La maravilla es que Dios creó el universo con significado, que las cosas que Él creó tienen significado.

Dios, habiendo creado la historia, actúa en la historia. No es que la historia no tenga significado para Dios; no es como si Él estuviese suspendido por encima de ella... Dios actúa en la historia en todo momento dado de tal forma que Él respeta el hecho que ella está allí; esto es, Él actúa en ella verdaderamente.
Schaeffer miró aquellos mismos principios históricos involucrados en la elección, el evangelismo y la salvación eterna.

No hay casualidades en Dios... Lo que esto significa desde la Caída es que cuando un hombre acepta a Cristo como Salvador, allí hay una obra del Espíritu Santo, pero el hombre no es simplemente un cero; hay un lado consciente de la justificación.

Si fallamos en ver que hay un lado consciente de la justificación, pronto llegamos al lugar donde debemos decir que o el evangelio no es universalmente ofrecido o que el hombre es un cero. Pero ninguno es el caso. La Biblia lo pone muy sencillo, que el evangelio es ofrecido universalmente y que el hombre es significativo...

La Magnificencia del Hombre
Una de las características más memorables de Schaeffer era su énfasis en la gloria y creatividad de los hombres y las mujeres creados a la imagen misma de Dios y hechos no solamente para su creador sino también el uno para el otro. Dios les dio un impulso interior para producir y crear y para buscar la belleza y la verdad. El arte, la música y la literatura reflejan no solamente lo falible del hombre, sino también la imagen de Dios en el hombre y la mujer. A través de la historia los seres humanos han cumplido el Mandato Cultural aún cuando no estaban conscientemente obedeciendo a Dios.

Eternidad Futura
La culminación de la historia se centra alrededor del retorno de Cristo a esta tierra. Francis Schaeffer era premilenial en su escatología.

Los verdaderos Cristianos, aquellos que han puesto su fe en Cristo como Salvador, serán tomados para encontrar a Cristo en el aire y luego vendrán con Él. Es en este momento que los cuerpos de los Cristianos que hayan muerto serán levantados de los muertos y en el que los Cristianos que estén vivos serán glorificados en un abrir y cerrar de ojos.

Antes de la venida de Cristo visible y en gloria con Sus santos, habrá un período de gran apostasía con un dictador, llamado el 'Anticristo', rigiendo al mundo... Él controlará la vida gubernamental y económica y será adorado como dios.”

Cristo retornará visiblemente y en gloria. “Él derroca a los poderosos del mundo reunidos y organizados contra Él por el Anticristo y Satanás. Esta es la batalla de Armagedón en la llanura de Megido en Palestina. Cristo gobierna en la tierra por mil años...”

“Habrá un nuevo Cielo, una nueva tierra, y una ciudad celestial. Es tan definitivamente así que Apocalipsis 21-22 declara el tamaño de la ciudad celestial, aquello de lo que está construida, aquello de lo cual están hechos sus fundamentos, puertas y calles. Es una realidad objetiva. Es eterna – por siempre y para siempre, sin fin. “Así, la historia humana tiene una continuidad desde la eternidad pasada a la eternidad futura, controlada soberanamente por Dios mismo. CM
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¿Y TU EN QUE CREES ?


EN EL COSTADO IZQUIERDO DEl BLOG, EN "IMPRESCINDIBLES", ENCONTRARAS UN LINK CON PREDICACIONES DE PAUL WASHER SUBTITULADAS EN ESPAÑOL
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lunes, 13 de julio de 2009

MINISTERIO Y TEOLOGIA DEL TRABAJO

Por: Mag. Héctor Molano
INTRODUCCIÓN
En las conversaciones normales cuando se le pregunta a un hombre acerca de quién es, éste responde generalmente nombrando el trabajo que desempeña: “soy abogado” o “soy ingeniero” etc. En la sociedad se puede decir que un hombre es lo que es, por lo que hace. Por otro lado, también se ha considerado dentro de este pensamiento que algunos trabajos puedan ser superiores a otros, o que tengan mejor reconocimiento social; por ejemplo, existen labores típicas que sirven de modelo para muchos, tales como médicos, policías, o bomberos, entre otras. Los hombres han hecho una división de las labores de tal forma que han colocado unas arriba de otras.
Dentro del cristianismo, el trabajo también tiene su propia concepción, la que ha vivido cambios a lo largo de la historia; por ejemplo, en la Edad Media se creía que los monjes tenían un trabajo superior que los creyentes, pues su labor tenía unos propósitos superiores; de esa forma se creaban unas diferencias abismales en las labores realizadas, colocando a ciertas personas como “especiales” dentro del Reino de Dios.
Con todo esto en mente surge la pregunta ¿qué es el trabajo para el hombre? Porque de todas maneras el ser humano no puede estar ajeno a ello, puesto que es un ser laboral, uno que con sus manos crea y transforma, brindando a la sociedad sus productos para su beneficio. Además, se debe tener claro lo que la Biblia dice del trabajo para tomarlo desde la óptica del Creador. De igual forma, si el trabajo es parte importante de la vida del hombre y por ende de todo el que se dice ser creyente, se debe revisar la cuestión de cómo el trabajo normal de un cristiano puede ayudar al avance del Reino Se pretende en este pequeño escrito dilucidar lo que es el trabajo, cómo ha cambiado la concepción del mismo por el pensamiento cristiano, cómo se ha usado para el ministerio y finalmente, dar algunas ideas de cómo se podría usar ese trabajo para apoyar el ministerio del Reino.


1. ¿QUÉ ES EL TRABAJO?
El trabajo ha sido denigrado en la sociedad e incluso hace algunos años se coreaba una canción muy popular que decía “a mí me llaman el negrito del Batey por que el trabajo para mí es un enemigo, el trabajar se lo dejó sólo al buey porque el trabajo lo hizo Dios como castigo”[1]. Es un hecho que muchos de nosotros hemos crecido con esta concepción, viendo al trabajo como un castigo colocado por Dios. Otros por su parte, pueden ver el trabajo como una forma de lograr sus propias metas o de lograr los recursos económicos necesarios para vivir.
Al mirar el diccionario nos encontramos en primer lugar que trabajar es ocuparse de cualquier actividad, sea mental o física[2]; por supuesto puede que eso sea trabajar, pero en el fondo de la canción del negro del batey, lo que hay es una concepción del trabajo como una labor que implica algo de remuneración, generalmente poca y con mucho dolor. De esa forma, el trabajo se ha convertido en una pesada carga para muchos, es “el único medio para obtener los recursos ...”[3]. Pero ¿es simplemente el trabajo una labor para sobrevivir?[4].
Por supuesto, la mentalidad de esa canción es una sola: el trabajo es un castigo que Dios le puso al hombre; el trabajo se ha visto también como el medio por el cual puedo obtener aquellas cosas que me satisfacen o por el cual logró poseer más y más. Desafortunadamente, debido a las diferencias sociales algunos usan el trabajo con esos fines y en su afán caen en dañar a los que están en otras condiciones[5], por eso “... el afán desmedido de trabajo por ganar más, por tener más, endurece los corazones y achica las miras”[6].
El trabajo visto desde esas dos ópticas, la del que se siente oprimido y la del que tiene los medios para tener más, no le causa a ninguno de los dos la satisfacción necesaria; el trabajo se le convierte a ambos en una carga. Por eso, la realización de sus vidas la encuentran, en general, fuera del trabajo, en los sencillos campeonatos de tejo o en las lujosas canchas de golf, en la labor comunitaria en el barrio o en los consejos sociales de apoyo y colaboración; el hombre trata de encontrar su realización no en su trabajo sino fuera de él[7]; de hecho, algunos estudios demuestran como un buen porcentaje considera que el trabajo les interfiere en sus actividades de tiempo libre y las actividades familiares[8].
Por supuesto, no se debe olvidar en este escrito aquella concepción moderna del trabajo, en la cual, los hombres no sólo han perdido la razón de sus vidas y la realización de las mismas sino que ya no atienden a sus familias, ni se dedican a sus propios deseos sino que se vuelcan en sus trabajos como una forma de escapismo de la realidad, de manera que el trabajo pierde toda base y se convierte en un fin en sí mismo[9]. Así como muchos no encuentran realización en sus trabajos, muchos se enferman por no querer abandonarlo, por verlo como el único propósito de sus tristes vidas. “La moderna perspectiva secularista ... está dispuesta a que el hombre se convierta en un esclavo económico para tener seguridad para el cuerpo y sus necesidades”[10].
Lo único que nos muestran todas estas concepciones del trabajo es que el hombre se ha permitido tomar sus propios pensamientos y se ha dejado dominar por ellos, olvidando el propósito del Creador al darle trabajo. Sólo volviendo a la esencia podremos conocer lo que el trabajo es y el por qué lo hacemos.
2. CONCEPTO BÍBLICO DEL TRABAJO
Para tener una idea adecuada del trabajo debemos mirar lo que la Biblia afirma respecto a este. En primer lugar, en el mismo inicio de las Sagradas Escrituras, se lee en el capítulo 2:1-3, que Dios descansó de toda la obra que había hecho; ¿cuál era esa obra? La creación Dios inició su labor creando los cielos y la tierra; y posteriormente preparando el lugar para la habitación del hombre en la tierra; toda una “divina labor”. En segundo lugar, es prominente la obra de la cruz dentro de lo que ya deberíamos llamar “trabajo divino”; la cruz es el trabajo perfecto de salvación que Dios hace por su pueblo escogido. De manera similar a la Creación, Cristo al terminar ese trabajo pudo decir “consumado es” (Jn 19:30); obsérvese detenidamente como Cristo cumple una labor ordenada por el Padre, (Jn 19:28, 14:31). Los creyentes tenemos la esperanza que se vea la obra final de la historia de la humanidad, la consumación o el final de los tiempos (Ap 10:6).
Por supuesto, no quiere decir que Dios sólo actúa o trabaja en esos tres eventos (Jn 5:17), sino que estas constituyen obras prominentes dentro de la obra divina. En efecto, nuestro Dios es un Dios trabajador, que se “ciñe la toalla” (una alusión a Jn 13:5) que se dispone para hacer su labor. De ahí que si el hombre es creado a imagen y semejanza de Dios (Gen 1:26), entonces es claro que debe actuar como él actúa porque tiene parte de su esencia (Ecle 3:11). Si Dios es un Dios de trabajo, el hombre como su fiel representante debe ser un trabajador; de hecho cuando lo pone en huerto no le dice: “Adán esto lo he puesto para tu deleite, siéntate y disfruta esta maravilla” ¡No!, la Biblia testifica que antes de esta pareja no había nadie que labrase el huerto; Adán y Eva tenían ya una primera labor, cuidar aquello que Dios les había dado (Gen 2:5b-7, 2:15)[11]; por otro lado, en el texto de Gen 1:28, se le dice al hombre que sojuzgue la tierra; el verbo hebreo que se traduce por sojuzgar: kabash, lleva implícita la idea de dominio aún bajo la fuerza si es necesario, e implica que la creación no le hará fácil el trabajo sino que el hombre debe traer a la creación bajo sumisión principalmente con esfuerzo[12]. Obviamente, ese esfuerzo era recompensado pródigamente, pero la maldición que se da luego del pecado hace que a ese esfuerzo se le sume el dolor, que la tierra que era apta para que se le dominare ahora produzca más resistencia (espinos y cardos) y que el hombre debería redoblar sus esfuerzos para obtener lo mismo; además, la tierra de donde vino se lo tragaría, volvería a ella (Gen 3:17-19).
Por otro lado, la Biblia también menciona que no hay nada mejor que disfrutar del trabajo. Eclesiastés 3:22 dice: “Así, pues, he visto que no hay cosa mejor para el hombre que alegrarse en su trabajo, porque esta es su parte; porque ¿quién lo llevará para que vea lo que ha de ser después de él?” el verbo regocijarse (shamah) en su raíz designa el ser de agrado o de gozo en toda disposición (Ex 4:14, Sal 19:8, Sal 86:4, Prov 15:30). Es muy interesante notar que este verbo aparece en la mayoría de las oportunidades ligado al gozo de la salvación (2 Cro 20:27, Sal 5:11, etc.)[13]. En este punto es relevante mencionar que en uno de los sitios en donde se muestra la salvación es precisamente en el trabajo; no hay un mejor sitio de prueba para el hombre que la forma en que trabaja. El Señor recalca mucho el valor del trabajo en el argumento de las parábolas, mostrando que no importa el trabajo que se realice sino la fidelidad con que se hace (Mat 25:14-30)[14]; nuestra labor ya no es hecha para los hombres, sino que nuestro trabajo es para el Señor, y ello sólo nos debería llenar de regocijo, porque de él recibiremos la recompensa de la herencia (Col 3:23-24). Con esto en mente, el cristiano debería ver el trabajo de otra manera; no es una pesada carga sino una oportunidad para adorar a Dios, tanto para el que esté en la posición de sencillo obrero como para la del alto ejecutivo.
Ahora bien, debido al avance del liberalismo económico, de las diferencias marcadas entre las clases sociales ¿cómo debería actuar el cristiano? Algunos han optado por la separación, de una sociedad corrupta y caída, esto es, no llevan su cristianismo al trabajo ni a los negocios; por supuesto esta separación es imposible, un hombre no puede hacer nada sin la sociedad[15]. Por otro lado, una parte de los creyentes ve con malos ojos a aquellos que poseen los recursos, olvidándose así que no existe una condena directa en la Biblia en contra de la abundancia, sino que esa abundancia fuera usada para compartir con aquellos que estaban en necesidad[16]. No se puede olvidar que “las posesiones son material e instrumentos que sirven para el buen uso a aquellos que conocen el instrumento. Por tanto, la conclusión y eje del asunto es éste: saber que lo que se posee es más por el bien de los hermanos que por el de sí mismo”[17].
Finalmente, entendiendo que el trabajo no es meramente una necesidad para que el hombre pueda comer y vivir, ni es un resultado del pecado, ni un estorbo para el gozo, sino que es “el gozoso llamado del hombre”, entonces es en su trabajo que éste debe ejercer su servicio a Dios y a sus semejantes[18].
3. DESARROLLO HISTÓRICO DE LA CONCEPCIÓN DEL TRABAJO
Si bien la Biblia habla con claridad respecto al trabajo, en la era cristiana la concepción del mismo se ha ido cambiando. Como primera medida, se debe revisar el pensamiento de los grandes filósofos griegos que dieron una base para la nueva sociedad y observar cómo concebían el trabajo; por ejemplo, Aristóteles lo consideraba como una actividad de la clase baja, puesto que esos trabajadores desarrollaban labores manuales, con el fin de permitir que aquellos que pertenecían a la clase intelectual, pudieran dedicarse a los estudios filosóficos[19]. Esta idea colocaba los oficios en rangos de poder, de manera que se encontraban menospreciadas las personas que hacían labores físicas, y supervaloradas las que se dedicaban a lo intelectual.
Para los iniciadores de la nueva sociedad, los romanos y los griegos, el trabajo estaba basado en la esclavitud; para Platón ningún artesano podía ser un ciudadano del estado ideal[20], él veía la esclavitud como algo legítimo por la misma naturaleza; de hecho, mencionaba en la República que el trabajo manual era considerado incompatible con los derechos políticos; su discípulo Aristóteles fue más allá, diciendo que un esclavo era un ser intermedio entre el bruto y el hombre libre, y que los trabajos manuales iban en contra de la virtud[21].
Por otro lado en la tierra Palestina durante la época de Cristo, existía la estratificación social dada por las labores que cada cual realizaba, marcada por diferentes clases: la clase alta o ricos, correspondía a los mercaderes, banqueros, terratenientes y la élite sacerdotal; la clase media, era conformada por los artesanos, mercaderes, pequeños latifundistas, sacerdotes de menor orden y los publicanos; una tercera clase la conformaban los pobres, quienes eran los jornaleros, los escribas y los mendigos; y en el último lugar del escalafón social figuraban los esclavos y las mujeres[22]. Esto era lo típico en esta región, sin embargo el judío promedio consideraba su trabajo como su vida, aquel que no enseñará a su hijo un arte, le estaba enseñando a robar[23].
Con todo esto en mente la llegada del cristianismo a la sociedad debió haber marcado un cambio radical en la concepción de los puestos de trabajo; no obstante, las menciones de las labores realizadas por el pueblo en las Escrituras, muestran que las diferencias entre oficios no fueron abolidas[24], lo que sí se pedía era que el trato entre unos y otros fuera mejorado (Ef 6:9, Col 4:1). Por supuesto, no fue inmediata la terminación de los sistemas esclavistas, pero sí se sentaron las bases para que la igualdad entre las labores fuera posible[25]; de hecho, hacia el cuarto siglo con Constantino como emperador, fueron dictadas disposiciones que disminuyeron los derechos que típicamente los amos tenían sobre sus esclavos[26]. Resulta obvio que entre el pensamiento del filósofo romano Cicerón quien decía: “el salario es una marca de la esclavitud” y las palabras de Cristo: “el obrero es digno de su salario”, existe un gran abismo[27].
Durante la Edad Media, se continuó con el cambio de pensamiento frente al trabajo pero la influencia escolástica hizo que se le diera más importancia a ciertos oficios. Los monjes eran aquellos hombres que se dedicaban a la vida contemplativa y el pueblo se dedicaba a las labores generales; esta división la basaban en Luc 10:38-42 donde se muestra que la actitud de María, quien se quedó a los pies del Señor para escucharle corresponde a los monjes, mientras que la de Martha quien realizaba otras labores para poder atender a Jesús, corresponde al pueblo. Esta partición influyó de alguna forma aún hasta el propio Agustín de Hipona quien decía que el trabajo, aunque útil, es en sí un castigo, de todas maneras apuntaba que los monjes debían orar y trabajar[28].
La vida monástica se prolongó por toda la Edad Media, y con está, la división malsana de los oficios, que colocaba a unos en una posición inferior por lo que hacían. Esto se logró subsanar en el tiempo de la Reforma, donde los cambios no sólo fueron dados en la concepción teológica de la salvación sino también en la vida corriente de los ciudadanos. Lutero, por ejemplo, dijo que las vocaciones religiosas si no tenían el propósito de servir al prójimo no deberían considerarse como vocaciones ni aún como llamamientos[29]. Lutero decía que cada persona tenía un llamado de Dios para ejercer sus propias actividades, y que esos llamados ejecutados adecuadamente deberían servir a Dios y a la humanidad[30].
Sin lugar a dudas, quien habló más del tema del trabajo y los negocios en época de la Reforma fue Juan Calvino; él anotaba que el monasticismo llevaba al orgullo, la envidia y la disensión, además de producir pereza generaba un terrible dualismo pues el laicado estaba encasillado en la mundanalidad[31]. Anotando en sus Instituciones dijo: “Cada uno, pues, debe atenerse a su manera de vivir como si fuera una estancia en la que el Señor lo ha colocado, para que no ande vagando de un lado para otro sin propósito toda su vida ... no hay obra alguna tan humilde y tan baja, que no resplandezca ante Dios, y sea muy preciosa en su presencia, con tal que con ella sirvamos a nuestra vocación”[32].
Un área dentro del trabajo y la economía que merece una explicación mayor es el cobro de interés sobre el dinero. Durante la Edad Media, el cobro de intereses se consideraba como usura por parte de los teólogos; no obstante durante el sistema feudal (renta de la tierra como medio de intercambio) existió un momento en que el capital productivo empezó a tener una mayor relevancia, por lo que la Iglesia intentó justificar el cobro de intereses como una forma de diezmo[33]. Mirando un poco atrás, Aristóteles consideraba que el dinero debía ser infructífero, es decir se podía usar como intercambio pero no como productor de más dinero porque ese mecanismo es el más antinatural; en contraste el sistema judío se sentía en plena libertad de aplicar intereses a los gentiles (Deut 23:20) [34]. Para el tiempo de la Reforma, Calvino trató el tema con amplitud, y aclaró que el prohibir intereses sobre el dinero bajo toda circunstancia era atar la conciencia más allá de la Palabra de Dios; él toma los textos usados por los escolásticos católicos y muestra que han sido malinterpretados. Calvino se levantó contra la usura[35], pero no aceptó que el dinero no pudiera tener algo de productividad, eso sí, al pobre se le debe prestar sin esperar devolución (Ex 22:25, Lev 25:25-28, Deut 23:19, 20) [36].
Debido a este uso que le dio Calvino al manejo del dinero o el trabajo con el dinero, los economistas lo alabaron pero Max Weber y posteriormente R. Tawney consideraron que estas ideas dieron pie para el inicio del capitalismo[37]. No obstante, esto no debería darse completamente por sentado, pues el concepto ético manejado por Calvino era totalmente diferente al que mueve ahora a los capitalistas. Algunos eruditos aclaran que Weber y sus seguidores han simplificado lo que fue un problema complejo, partiendo del hecho “que los factores económicos que obraban en los países calvinistas eran el resultado de su religión”[38].
Por supuesto el concepto del trabajo en el capitalismo ha sido cambiado por el concepto que se desarrolló en la Reforma. Actualmente, la mayoría de la población trabaja fuertemente para sobrevivir, mientras unos pocos mantienen su nivel de vida con el trabajo de aquellos. Luego de la revolución industrial, cada trabajador no fue considerado más que como un simple tornillo en el gran engranaje productivo, el hombre trabajaba mecánicamente y con el desarrollo tecnológico, poco a poco, se desplazó por una máquina.
Retomando las ideas de este punto, se puede concluir diciendo: el trabajo en todas las áreas tiene el mismo valor a los ojos de Dios, sea maestro, obrero, artesano, banquero o lo que sea. Sin embargo, actualmente aún se hacen distinciones y lo lamentable es que ellas surgen aún dentro de la iglesia; muchos creyentes creen que llevar su religión al trabajo es contrario a lo que Dios quiere y sin razonar, están creando un dualismo equivocado de la vida cristiana: son los adoradores e hijos de Dios el domingo en la iglesia y son los trabajadores que luchan en el mundo por sobrevivir durante la semana. Esta idea debe cambiarse y volver a la mente de la Reforma. De hecho, debe mostrarse en el trabajo y con el trabajo lo creyente que se es; Dios creó a los hombres a su imagen y les puso en la tierra para que la sojuzgasen, pero el creyente tiene una obligación adicional que es el llamado a hacer discípulos en todas las naciones[39], y esto puede ayudar a hacerlo usando lo que gana sojuzgando la tierra.
4. BREVE RESEÑA DEL USO DEL TRABAJO EN EL MINISTERIO
La Biblia menciona a Aquila y Priscila, que junto con el apóstol Pablo fabricaban tiendas (Hech 18:1-4), y con esa labor apoyaban el ministerio de la iglesia naciente; la Escritura dice que Pablo trabajaba día y noche para no ser gravoso a los hermanos (1 Tes 2:9). Estos ejemplos deberían causar la suficiente atención sobre cómo se usó el trabajo para el avance del Reino. Con ello no se quiere indicar que no puedan existir pastores y maestros que vivan completamente de su trabajo ministerial (1 Cor 9:14), se quiere mostrar que no deben verse el trabajo y el ministerio como dos polos opuestos, sino que son formas lícitas que presenta el evangelio para el apoyo a la expansión del Reino[40].
Desde el inicio del cristianismo, los principales sitios de expansión fueron aquellos que se encontraban en las rutas comerciales, parece ser que Dios se valió de los negocios para expandir el mensaje salvador[41], y ser hombre de negocios y cristiano no era una contradicción[42]. Los comerciantes que llegaban a ciudades como Jerusalén, podían escuchar perfectamente el mensaje de Jesucristo y llevarlo a diferentes lugares del mundo.
Un ejemplo importante de los primeros siglos fue la Ruta de la Seda, que era el camino por donde se desplazaban los comerciantes de este producto.Esos caminos unían a China con Occidente, de manera que los antiguos fenicios los usaron para exportar seda al Oriente y los chinos enviaban las prendas ya manufacturadas[43]. “Fueron los misioneros orientales quienes trajeron el comercio de la seda a Occidente y, junto con los judíos, los cristianos dominaron el comercio”[44]. El inicio del cristianismo fue marcado por el trabajo comercial, en el que se llevaban los productos junto con el mensaje.
En los siglos del VI y VII, son de resaltar los nestorianos. Suter y Gmür[45] se refieren a ellos como los mejores ejemplos de “hacedores de tiendas”; este último apelativo merece una explicación adicional. Los hacedores de tiendas, son aquellos hombres o mujeres que se dedican a sus negocios, pero en el trasfondo de los mismos, hay un propósito misionero. Los nestorianos se sostuvieron trabajando como secretarios, médicos o mayordomos, labores que realizaban por donde viajaban; en esos lugares, principalmente de Asia, establecieron iglesias[46].
En los siglos XVIII y XIX, se encuentran los moravos, como otro ejemplo excelente de los “hacedores de tiendas”, de los que se dice que ponían en práctica el cristianismo y no se quedaban en la teoría. “Los moravos, consideraron a las misiones su principal prioridad y vivir una vida de sacrificio para el Salvador era el llamado más noble”[47]; Suter y Gmür puntualizan sobre ellos diciendo: “Como cristianos consideraban el dar testimonio como algo totalmente natural y lo hacían con gozo, lo que demuestra que generalmente es más fácil para un hombre de negocios testificar que para un predicador llevar un negocio”[48].
Otro ejemplo que se desataca en el uso de los negocios para el ministerio es la misión de Basilea, donde se inicio en 1815 una escuela de misiones; los fundadores de la escuela tenían en mente lo siguiente: “desde el principio ... el misionero aparte de recibir preparación teológica, debería ser capacitado en el comercio y algún oficio. Su ideal era ser “teólogo-artesano”, un modelo integral de vida en todos los aspectos”[49].
Últimamente se ha utilizado el modelo de “hacedores de tiendas” para acceder a países que no recibirían a un misionero, pero que sí reciben a un hombre de negocios. Por supuesto, esa información no se publica porque se perdería la posibilidad de seguir evangelizando en tales países[50].
Desafortunadamente una visión histórica completa de cómo los negocios han ayudado a las misiones no es fácil de conseguir y lo que se ha escrito al respecto es poco, tal vez por el olvidado papel que muchos creyentes le dan al ambiente secular. No obstante, es importante recordar que todo cristiano, en donde se desempeñe debe tener en mente colaborar para la expansión del Reino de Dios.
5. POSIBILIDAD DE USO DEL TRABAJO PARA EL MINISTERIO HOY
n este punto ya debería haber quedado claro que el uso del trabajo en el ministerio no sólo es legítimo, sino que es un instrumento que Dios coloca en nuestras manos para el avance del evangelio. Los trabajadores, comerciantes e industriales, deberían redescubrir el valor que su labor tiene y apoyar al ministerio cristiano, de igual forma se debería abandonar la idea de que la única manera de iniciar ministerios nuevos es con apoyo de extranjeros, ya que eso puede crear dependencias malsanas[51]. Esto no quiere decir que no es posible recibir apoyo para iniciar misiones.
Como en toda acción que se desee implementar siempre hay algunas consideraciones iniciales para tener en cuenta, si es que un empresario desea involucrarse en el apoyo del avance del Reino. Suter y Gmür lo expresan en diez puntos que a continuación se presentan:
1. Una concepción espiritual de los negocios, donde no hay separación entre lo secular y lo sagrado. (Col 3:23-24)
2. Disciplina y diligencia (Rom 12:11, Prov 22:29, 1 Tes 4:11, 2 Tes 3:7)
3. Honestidad (Prov 10:9)
4. Precios fijos y justos (Prov 3:9-10)
5. La calidad como marca distintiva. (Prov 31:13,19)
6. Profesionalismo altamente calificado.
7. Evangelismo y discipulado ferviente.
8. Solidaridad social.
9. Impacto comunitario.
10. Influencia política[52].
En estas consideraciones vale la pena explicar un poco las tres últimas: la solidaridad social, el impacto comunitario y la influencia política. La solidaridad social se refiere a que junto al mensaje del evangelio se debe apoyar el desarrollo y bienestar de aquellos a quienes se alcanza y para lograrlo los siervos de Dios deben estar dispuesto a sufrir por un tiempo (Fil 4:12), además los ricos deben compartir con los pobres y no ser egoístas (2 Tim 6:17-19, Hech 2:45)[53]. El impacto comunitario está ligado a la solidaridad social, pero se trata de que las empresas no sólo ayuden a todos los que pueda sino que logren crear una transformación social, por ejemplo dando un testimonio de ética y transparencia en los negocios y enseñando a la comunidad a hacer lo mismo[54]. Finalmente, la influencia política se refiere a crear vínculos con la clase gobernante de los sitios a donde se llega, lo que ayudará a crear mayor impacto social[55].
Por otro lado, si un misionero quiere convertirse en un “hacedor de tiendas”, debe ser un profesional calificado en su trabajo, lo que le ayudará a abrirse campo dentro de un medio diferente al suyo; igualmente, debe entregarse por completo a la ocupación comercial, porque si en su deseo de evangelizar inicia teniendo reuniones bíblicas o realiza contactos en su tiempo de trabajo, no podrá avanzar en su labor empresarial; por último, es bueno que cuente con una empresa socia que le apoye en los primeros años hasta que pueda lograr un sostenimiento satisfactorio[56].
Así como existen diversas consideraciones tanto para el misionero “hacedor de tiendas” como para la empresa que quiera dedicarse al apoyo ministerial, también pueden existir algunos aspectos que se levantan contra estas iniciativas. Por ejemplo, es importante considerar que el ambiente de lo económico está dominado por el amor al dinero, por encima del amor al prójimo; existe la tendencia malsana que el “pez grande se coma al pequeño” pasando por encima de lo que sea[57]. Todos los involucrados en esta labor misionera deben reconocer que se puede caer en ese mismo juego. También se pueden levantar inconvenientes netamente eclesiásticos debido a que las empresas de apoyo ministerial[58] pueden ser conformadas por personas de la misma congregación, pero el trabajo con la iglesia puede resultar penoso; debido a esto quizá quieran excluir el programa de la iglesia y trabajar como una empresa secular; cualquiera de estos dos puntos crea tensiones en el desarrollo del proyecto de apoyo[59].Suter y Gmür, nombran adicionalmente dos posibles problemas: la corrupción, por lo que quien se involucre en este tema debe tener un alto estándar ético; y los riesgos diversos que tienen que ver con la situación de gobierno, las inversiones iniciales y aún los problemas salubres en ciertas zonas del mundo[60].
CONCLUSIONES
El trabajo, la acción humana de producir algo, sea mental o físicamente es parte del diseño de Dios; en este escrito se mostró que lo hacemos no sólo por tener lo necesario para vivir, y se develó cómo cambió la concepción cristiana del trabajo con la historia, además de la relación trabajo-ministerio.Ahora se presentan algunas conclusiones puntuales al respecto:
Trabajamos porque somos imagen y semejanza de un Dios trabajador, desafortunadamente el pecado ha dañado nuestra concepción del mismo y muchos han convertido el trabajo en una carga o en un modo de escape.
El trabajo muestra lo que el hombre es, allí revela su identidad; por eso los creyentes deben usar sus esfuerzos en ese campo para apoyar el hacer discípulos a todas las naciones.
El concepto del trabajo ha cambiado debido a la influencia del mundo, inicialmente las labores manuales se consideraban degradantes y las mentales como superiores; luego este dualismo pasó al campo espiritual y se dividió el trabajo entre los religiosos y los seculares. En la Reforma Protestante se resaltó la importancia de todas las vocaciones, y se igualó toda labor con tal que sirvieran a Dios y a los hombres.
En el aspecto del manejo económico del dinero, los judíos siempre han tenido claro que se puede cobrar intereses a los gentiles y extranjeros, la antigua filosofía griega consideraba que obtener ganancia de esa forma era el medio más antinatural. Por su parte la iglesia en la época del feudalismo justificó la aplicación de los intereses como una forma de diezmo. Nuevamente los reformadores, en especial Calvino enseñó que el cobro de interés es válido siempre evitando la usura y que a los pobres no se les cobre. Por esto último, Weber y otros quisieron responsabilizar a los protestantes como los iniciadores del capitalismo pero esto olvida otros factores que también influyeron en ese surgimiento.
Históricamente se ha visto como el trabajo tanto personal como de empresa ha sido usado para llevar el mensaje del evangelio de Jesucristo; desde Pablo, Aquila y Priscila, pasando por los nestorianos, moravos y otros, siempre Dios se ha válido de esta poderosa herramienta para mostrar al mundo las nuevas del Padre.
Sí se puede usar el trabajo para apoyar las misiones; empresarios, industriales y trabajadores pueden comprometerse en la labor de ser una empresa misionera. Se necesita actualmente más “hacedores de tiendas”, hombres y mujeres que estén dispuestos a abrir una brecha en lugares en donde el avance del evangelio no es fácil por las marcadas diferencias religiosas.
Finalmente se aclara que separar el trabajo de un creyente de su vida espiritual es una gran equivocación, a donde se mueva está llevando a Cristo, sea en su casa, en la iglesia o en sus acciones laborales.
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[1] CAMARGO, Toney. El Negrito del Batey.
[2] REAL ACADEMIA ESPAÑOLA. Diccionario de la Lengua Española. Tomo II. España: Espasa, 2001. p. 2203.
[3] JOLING, Tod. El Trabajo ¿Maldición o Vocación? En: Reforma Siglo 21, Marzo 2003, Vol. 5/N. 1. p. 46.
[4] TAPIADOR, Agapito. Visión Cristiana del Trabajo. Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, 1979 p. 10.
[5] Pio XII decía: “el liberalismo económico negó el carácter social y moral del mundo económico y colocó el interés personal como motor primero de toda la economía”. Ibid., p. 21.
[6] Ibid., p. 26.
[7] BARCLAY, William. Ethics in a Permisive Society. Glasgow: William Collins sons and company, 1971. p. 102. Barclay cita el ejemplo de D.L. Dogson quien enseñaba matemáticas y escribió libros sobre el tema mientras paralelamente escribía “Alicia en el País de las Maravillas”.
[8] PAPALIA, Diane y WENDKOS, Sally. Desarrollo Humano. Trad. Elcy Dulcely Ruiz. Colombia: McGraw-Hill, 1990. p. 470.
[9] SCHAEFFER, Francis. How Should We then Live? Illinois: Crossway, 2005. p. 206.
[10] VAN TIL, Henry. El Concepto Calvinista de la Cultura. Trad. Donald Herrera Terán. Minneapolis: Contra-Mundum, s.f. [CD ROM]
[11] Vale la pena notar que el trabajo que Dios le da a Adán de nombrar a todos los animales Gen 2:19-20; primeramente muestra la increíble capacidad que este tenía para poder crear nuevos nombres, por otro lado muestra el respeto (si es que así se puede llamar) de Dios por la obra de Adán porque los nombres de los animales no fueron cambiados. Otros dicen que aún tenían la labor de regar las plantas y de obtener oro y otras piedras preciosas, pero el texto no lo da por entendido. Para esto último, léase SCHIRRMACHER, Thomas. Dios Quiere que tu Aprendas, Trabajes y Ames. Hamburgo: RVB internacional, 2003. 72 p. [CD ROM], también se puede consultar en www.contra-mundum.com.
[12] HARRIS, Laird, GLEASON, Archer y WALTKE, Bruce. Theological Wordbook of the Old Testament. En: BUSHELL, Michael y TAN, Michael. BibleWorks 5.0. Estados Unidos: BibleWorks, 2002. [CD ROM]
[13] Ibid.
[14] BARCLAY, Op. Cit., p. 95.
[15] Ibid., p. 105.
[16] VAN TIL, Op. Cit.
[17] McLELLAND, Joseph. Trabajo y Justicia. Trad. Arnoldo Canclini. s.l.: Mundo Hispano, 1977. p. 31.
[18] VAN TIL, Op. Cit.
[19] McLELLAND, Op. Cit. p. 38.
[20] BARCLAY, Op. Cit., p. 94.
[21] TAPIADOR, Op. Cit., p. 12.
[22] SENDEK, Elizabeth. Historia de Israel en el Nuevo Testamento: Asignatura de Nivelación para Maestría en Seminario Bíblico de Colombia (Primer Semestre de 2001: Medellín).
[23] BARCLAY, Op. Cit., p. 94.
[24] Incluso Jesús en una de sus parábolas nombra la profesión de los banqueros de manera positiva (Mat 25:27), quienes ponían interés al dinero, algo que para muchos pudiera ser tomado como malo en esencia. En: WIGHT, Fred. Costumbres y Maneras de las Tierras Bíblicas. Trad. David Martinez y Samuel Montoya. Colombia: Compartir, 2002. p. 258.
[25] TAPIADOR, Op. Cit., p. 12.
[26] Ibid., p. 15.
[27] Ibid., p. 22.
[28] VAN TIL, Op. Cit.
[29] McLELLAND, Op. Cit., p. 45.
[30] SUTER, Heinz y GMÜR, Marco. Poder Empresarial en Misión Integral. Trad. Samuel Guerrero. Miami: Unilit, 1997. p. 63.
[31] VAN TIL, Op. Cit.
[32] CALVINO, Juan. Institución de la Religión Cristiana. Tomo I. Trad. Cipriano de Valera. Barcelona: Felire, 1999. Libro III, Cap. X, p. 556.
[33] McLELLAND, Op. Cit., p. 40.
[34] Ibid., p. 50.
[35] “La usura debe ser juzgada, no por algún pasaje en particular de las Escrituras, sino simplemente por las reglas de la equidad”. En: McLELLAND, Op. Cit., p. 52.
[36] VAN TIL, Op. Cit.
[37] Ibid.
[38] McLELLAND, Op. Cit., p. 49.
[39] VAN TIL, Op. Cit.
[40] SUTER y GMÜR, Op. Cit., p. 16.
[41] Ibid., p. 14. En especial para los primeros siglos fue la ruta de la seda la que más sirvió con ese propósito.
[42] Ibid., p. 60.
[43] Ibid., p. 22.
[44] Ibid., p. 22.
[45] Ibid., p. 22.
[46] Ibid., p. 23.
[47] Ibid., p. 26.
[48] Ibid., p. 29.
[49] Ibid., p. 36.
[50] Ibid., p. 108.
[51] BEFUS, David. Negocios para el Reino. Miami: Misión Latinoamericana, 2003. p. 18.
[52] SUTER y GMÜR, Op. Cit., p. 78-92.
[53] Ibid., p. 19.
[54] Ibid., p. 93.
[55] Ibid., p. 95.
[56] Ibid., p. 54.
[57] BEFUS, Op. Cit., p. 183.
[58] Para ver más sobre modelos empresariales-eclesiásticos ver BEFUS, David. Negocios para el Reino. Miami: Misión Latinoamericana, 2003.
[59] Ibid., p. 186.
[60] SUTER y GMÜR, Op. Cit., p. 101-108.
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LA ALEGRE FE DE MENDELSSOHN



“Es un alivio encontrar un músico que fuera realmente feliz la mayor parte de su vida” –dice Siegmund Spaeth–, “aunque ésta fuera tan corta” como la de Mendelssohn (1809-1847), que hace ahora doscientos años que nació. Aunque era judío, se convirtió al cristianismo, llegando a ser uno de los principales compositores protestantes. Dedicó una de sus sinfonías a la Reforma y recuperó La Pasión según San Mateo de Bach. Su fe evangélica le lleva a hacer un oratorio sobre Pablo, usando solamente el texto bíblico, y otro sobre Elías, con algunos de los mejores coros de alabanza que se han hecho en la historia de la música.

Hace algunos años un escritor checo llamado Jiri Weil escribió una novela titulada Mendelssohn en el tejado. Durante la ocupación nazi de Praga, un oficial de las SS recibe órdenes de quitar la estatua de este músico del techo de una sala de conciertos. El problema es que el tejado estaba lleno de figuras de diferentes compositores, y ninguna tenía nombre para identificarla. El oficial nazi recuerda lo que le enseñaron en su curso de “ciencia racial” sobre que los judíos tenían grandes narices. Quitó entonces la estatua más nariguda que había, pero resultó ser la del propio Wagner, quien mantenía que por muy luterano que Mendelssohn fuera, al fin y al cabo era judío. Por lo que su música fue prohibida por los nazis…


Es la paradoja de un músico cuyo cristianismo era tan sincero, que hasta los estudiosos judíos reconocen que su conversión fue auténtica. Es cierto que nació en Hamburgo en 1809 de padres judíos, pero se bautizó antes que ellos. Su abuelo Moisés era un importante rabino y filósofo, cuyo judaísmo era realmente ortodoxo, aunque cinco se sus hijos se hicieron cristianos. El padre del compositor, Abraham, era un banquero, dedicado a los negocios. Su hijo Félix se confirmó a los catorce años en la iglesia luterana, después de hacer que se bautizara a los seis años, para ser mejor aceptado en la sociedad alemana. Su padre quiso cambiarle el nombre por Batholdy, pero Félix mantuvo su apellido judío de Mendelssohn. Según el rabino Stahl, “aunque Félix era un cristiano convencido, nunca se avergonzó de sus raíces judías”…

NIÑO PRODIGIO
Como Mozart, Mendelssohn parecía un niño prodigio. Hizo su primera actuación pública de pianista cuando tenía nueve años, empezando a escribir música el año siguiente. Educado por su madre, tenía una cultura exquisita y refinada. Dominaba el latín y el griego, además de pintar y dibujar muy bien. Era un buen deportista, pero destacaba sobre todo por su talento para la música. Tocaba como un maestro del piano y el órgano, pero era también un excelente intérprete de piano y viola. A los dieciséis años escribe su encantadora obertura al Sueño de una noche de verano de Shakespeare. Algunos piensan que nunca superó la genialidad de esta obra romántica.

Su familia se traslada a Berlín en 1812, donde Félix estudia con Carl Zelter, un hombre vinculado a la familia Bach, que le presenta al anciano Goethe. El joven estaba muy unido desde pequeño a su hermana Fanny, conocida pianista y compositora, que publicó varias de sus obras bajo el nombre de Félix. Mientras tanto estudia en la Universidad de Berlín estética con Hegel, geografía e historia. Su memoria era tan impresionante que cuentan que cuando interpretó su obertura al Sueño de una noche de verano en Inglaterra, se dejó la partitura en un coche, se sentó y reescribió toda la obra.

HOMBRE APASIONADO
A los doce años estudia ya La Pasión según San Mateo de Bach en la Biblioteca Real de Berlín, donde se conserva un manuscrito. Su madre le regala una copia para su cumpleaños, hecha especialmente para él, ya que no había sido todavía publicada.Ocho años después lo presentará en Berlín, como uno de los más grandes acontecimientos de la historia de la música. La obra se volverá a representar el cumpleaños de Bach, el 21 de marzo de 1829, llegando a ser un famoso director a los veinte años.

La mayor parte de los grandes compositores tienen un carácter francamente irritante. No es éste el caso de Mendelssohn. Según todos los testimonios, era un hombre modesto y de carácter alegre, como su nombre indica, aunque algo nervioso. Se casó con la hija de un pastor protestante francés, Cecile Jeanrenaud, con la que tuvo cinco hijos. Ella era más bien reservada, mientras que él era extrovertido, pero se entendían bien. Ella pintaba, mientras él hacía música. Su pasión sin embargo era tal que a veces estaba tan excitado que sufría colapsos, como el que provocó su muerte, a los 38 años, muriendo poco después su esposa. Estuvieron casados sólo diez años.

LA ALEGRÍA DE VIVIR
Muchos se han preguntado de dónde provenía la energía vital que llenaba a Mendelssohn de esa extraña alegría de vivir. Para él, “la Biblia era lo mejor de todo”.Así lo declaró cuando hizo su oratorio sobre Pablo, basado en el texto bíblico y las corales de Bach. Amaba tanto las Escrituras, que sus palabras resuenan con un poder tal– en esta obra y la que hizo sobre Elías –, que muchos comparan su interpretación con un acto de culto y adoración pública. Su música es una verdadera celebración de la fe.

Su cantante preferida era la soprano sueca Jenny Lind, que conoció en 1844. Para ella escribió algunas de sus obras, pero ella se retiró cuando estaba en la cumbre de su carrera. El biógrafo de Mendelssohn, Philip Radcliffe, cuenta que un amigo le preguntó por qué abandonaba la música, precisamente en este momento. Su respuesta fue: “¿Qué otra cosa puedo hacer, si cada día me hace pensar menos en la Biblia?”

CÁSTILLO FUERTE
Mendelssohn es conocido por sus pequeñas e íntimas piezas para piano, como Canciones sin palabras, su popular Concierto para violín en mi menor (grabado recientemente por Anna Sophie Mutter para Deutsche Grammophon en ocasión de su bicentenario) y sus sinfonías Escocesa eItaliana. Los protestantes le recordamos sin embargo especialmente por la obra que escribió en conmemoración de los 300 años de la Confesión de Augsburgo. Su Sinfonía de la Reforma acaba con el himno de Lutero, Castillo fuerte es nuestro Dios, basado en las palabras del Salmo 46, que acaba con la declaración del reformador:

Sin destruirla dejarán,
aún mal de su agrado,
esta Palabra del Señor;
Él lucha a nuestro lado.

Que lleven con furor
los bienes, vida, honor,
los hijos, la mujer,
todo ha de perecer.
De Dios el Reino queda

Sobre la gran cruz blanca de su tumba en el cementerio de la Trinidad en Berlín-Kreuzberg, sonaba el eco de seiscientas voces que cantaban a Cristo y la Resurrección en la iglesia luterana Paulina. Tras varios ataques, Félix dejaba este mundo, seis meses después de su hermana Fanny – que sufría como sus padres y sus abuelos de apoplejía. Sus últimos años tuvo mala salud, problemas nerviosos y demasiado trabajo, pero se mantuvo sin embargo en su fe hasta el final.

Aunque para los nazis, no era más que un judío, al que quitar su estatua en Leipzig y expulsar a sus descendientes, no pudieron destruir esa Palabra, que le dio fuerzas y alegría para vivir. Cerraron el negocio familiar, demolieron su figura, pero aunque se lo llevaran con furor, todo ha de perecer, pero de Dios el Reino queda.

José de Segovia es periodista, teólogo y pastor en Madrid
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EL VERDADERO EVANGELIO



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CANTO DE DIOS, EL HOMBRE Y LA NATURALEZA

APERTURA
( Tiempo de amarguras)
Padre, estoy cansado
El valle que atravieso es de muerte
y desamparo.
Caen sobre mi las oscuras sombras
Y de mi desgarrado corazón la maldición
de lo viviente se apodera.
Me perdí
Me fui como un volantín hacia algún lado
Ya nada canta en mi corazón como otrora
cuando Tú me alentabas y aliviabas.
Ahora tengo el alma apedreada
Llegó para mi el tiempo en que el espíritu muere
y me abandona
Y el deseo de vivir se esfuma como una paloma.
En el valle de la muerte estoy temblando aterrado.
Sin luz, y sin remedio.



AL ALCANCE DE SU VOZ
Entonces el Espíritu me dijo:
No importa que tan muerto te sientas
Tú estarás vivo eternamente
Sacude de tus hombros esas culebras
Y entra en mi morada para que reines conmigo.
Todo lo demás es ilusión.
El viento te traerá un nuevo nombre
Y en el sitio que yo diga el antiguo enterrarás
Desde entonces sólo mi voz alcanzará tu corazón
Y en verdes praderas junto a claros arroyos
tu alma va a pastar.
No le temas al enemigo que te ronda
cualquiera sea su disfraz
Abre tus alas y vuela
Todo lo demás es ilusión.
En mi vida tu vida está ganada
Yo te he tomado para poderte bendecir.
Canta entonces y arrulla lo que es mío
para que por tu voz se derrame mi sentir.
Eso es lo que hare

EL DOLOR DE LO QUE GIME
Señor
Me duele esa piedra allí tirada sin mirarme
Los cerros altivos y los campos deseantes
Me duele la arena del desierto
Y la nieve endurecida en las alturas encerrada
Con ellos clavados en la cruz
esperamos el rescate
( que nos cambies estos cuerpos corruptibles )
Yo los dejo a ellos que miren por mis ojos
y que lloren con mis lágrimas
pues tenemos las mismas raíces
Y la misma esperanza
El viento y las estrellas me conmueven igualmente
La enormidad del mar y su salado movimiento
La figura ágil de esos pastos clamorosos
La carne de los árboles ardiendo de impaciencia
y sus ramas que inquietas se me enredan en el cuerpo
Por eso de la tierra yo escucho su lamento
Y en mi sangre sus gemidos se aceleran
Porque es el mismo destino que nos busca
El sueño nuestro se parece
Juntos clamamos al cielo nuevas cosas:
Que la luz nos desate y nos vuelva eternos y gloriosos
Que ya no seamos más árbol, ni mar, ni piedra, ni hombre,
Sino uno sólo en todo y para siempre
Bajo la mirada perfecta del alfarero que nos hizo.

Y entonces de nuevo escuché :
Anda
Ve y cuéntale también a los ríos que esperan mi presencia
Y a las duras montañas encerradas en su piedra
Y al corazón de la tierra revolcándose
Ve y diles que ya voy
que no tardo
que cambiaré sus penas por el goce más perfecto
Y que con mis manos les daré un nuevo cuerpo
Y una nueva vida soplaré en sus huesos con mi espíritu.
Que las aguas no se quejen al chocar contra las piedras
Que las piedras no sufran su empeñón
Yo iré y pondré las cosas en su punto
Y haré y desharé para que todos se regocijen y renazcan.
Ve y recuérdales mi promesa
Dile a los pastos que esperen con confianza
Al ancho mar que encontrará su reposo
A las praderas que no me olvido de sus cuerpos
Y a la humilde hierba: que ya voy, que ya estoy cerca.
Porque yo escucho sus gemidos y su llanto
Y no soy insensible ni indolente.
Ve y consuela a las viñas de mi parte
Diles que con su vino haré que todo lo creado me celebre
Que seré su luz y me verán brillar
cada uno en su lugar
Que el viento silbará y llevará mi paz
a todas partes.
Que no demoro
Y habrá nuevo cielo y nueva tierra.
Esa es mi promesa.
Yo soy su libertador.
Que así sea.

LA CREACION RECIBE GOZOSA ESTA PALABRA Y CANTA A SU VEZ
Pero ¿quién es éste que nos busca y que nos canta ?
Hermanos, ¿quién alivia nuestros oídos miserables ?
¿ es acaso quien esperamos hace tiempo ?
Como piedra yo tiemblo al escucharlo
Como pasto me entusiasmo entre sus pasos
Como montaña me estremezco al divisarlo
El cielo, el valle y las arenas también nos alegramos.
¿ Es éste algún profeta el que nos consuela con su canto ?
Oh nieve, oh playa perdida sin nombre ni abolengo
Este canto nos recuerda nuestra esperanza
El anhelo ardiente por el que gemimos expectantes
El día aquel en que vendrá el que mora entre querubines a restaurarnos
Y su gloria se manifieste y se establezca entre nosotros su justicia.
Engalana oh mar cada ola tuya
Y anuncia a las costas este verbo
Despierta nieve eterna y asoma una sonrisa
que el que hoy nos canta nos reitera la promesa
Correrá el agua viva entre nosotros
Y no sufriremos ya más tribulación.
El día se acerca. El que nos hizo ya no tarda.
Alégrate tierra y cielo que el hacedor ha querido nuevamente consolarnos
Y la voz de éste que canta es dulce como la miel y hermosa como el canto de los pájaros.
Alabemos a quien nos ha enviado esta palabra
Y reposemos contentos esperando alegremente el nuevo cosmos.
Nosotros tenemos esperanza
Porque el creador ha escuchado nuestra oración y oído nuestro llanto
Y por eso la muerte no prevalecerá tampoco sobre nuestros pastos.
Que hermosa es la voz de éste que canta y el mensaje que predica
Pregona oh viento este evangelio en todas partes
Que el dulce sabor de su belleza alegre a todos los que lo escuchen.
Gloria y alabanza a quien nos salva
Que se regocije todo el universo
Nosotros, su creación,
los que esperamos dichosos su gozo perpetuo
y la revelación de sus hijos
Damos gracias.
ALELUYA.

EL SIERVO DESPIERTA
Ahora me calmo y me levanto mi Señor
Y me alabo por entenderte y conocerte
porque Tú eres quien hace misericordia
juicio y justicia en el universo.
Tú has puesto en mí este canto
y su gozo ha sido irresistible
Han sido tus palabras la alegría de mi corazón
Y aunque he temblado al escribirlas
Tú me has reconfortado
Y no has añadido tristeza a mi dolor
Sino que has alejado a la muerte de mis huesos
Y me has quitado del valle de las sombras de la muerte
para que cante las alabanzas de tu gloria esplendorosa.
Bendito seas tú el pastor de las ovejas
Y el que tiene el poder para cambiar todas las cosas.
Este que estaba muerto también te da las gracias
Porque me has vuelto a la vida
Sacándome de mi fosa
Y me has vivificado
conforme a tu misericordia.

Ernesto Langer Moreno
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LA VERDADERA ESPIRITUALIDAD

A todos nos gusta obtener beneficios rápidos e instantáneos. Si vamos a otro sitio o lugar, buscamos la manera de encontrar un atajo o camino corto. Años atrás, de Chiapas a México, D.F. se hacían 17 horas de viaje. Hoy, gracias a buenas autopistas, esa distancia se ha reducido a 15 horas de camino, lo cual ha producido beneplácito a los viajeros. Antes la comida tardaba mucho en ser preparada. Los rollos fotográficos tardaban más tiempo en ser revelados y en ser impresos. Hoy, los hornos microondas y las grandes máquinas reveladoras e impresoras nos ahorran mucho tiempo.
Nuestra sociedad está orientada a lo cómodo, a lo de fácil y rápida obtención. Queremos obtener más por menos esfuerzo. En la administración de empresas la "reingeniería" intenta producir más con menos empleados y en menos tiempo. Esta filosofía se extiende a varias facetas de la vida. Lo triste es que se ha permitido que irrumpa en el concepto de la vida cristiana y se esté ofreciendo una espiritualidad instantánea a todos aquellos que quieran tomar un "atajo espiritual".
Con el fin de no ser engañados al respecto, y tener una base firme en la búsqueda de la "verdadera espiritualidad", veremos tres enseñanzas de las Escrituras acerca de la misma.


I.- La verdadera espiritualidad no consiste en poseer dones espirituales espectaculares ni en tener experiencias místicas.
La espiritualidad no es sinónimo de poseer y ejercitar dones espectaculares (1 Co. 1:5-7; 3:1-4). Es muy común igualar la espiritualidad a la posesión y al ejercicio de dones espirituales espectaculares, enseñando y creyendo así que la persona que tiene más dones espirituales o los más espectaculares, es la más espiritual. Sin embargo la Biblia no enseña esto. Pablo, en su primera carta a los corintios les dice en 1:5 que ellos "habían sido enriquecidos en todas las cosas", y en 1:7 les recalca que "nada les faltaba en ningún don". La frase "nada os falta" (gr. ), puede traducirse también como de "nada carecéis", "de nada estáis privados", "de nada pasáis necesidad". La de Corinto era pues una iglesia muy favorecida en carismas o dones. Lo más lógico sería esperar que una iglesia tan rica en dones espirituales, y que había sido fundada por el mismo apóstol Pablo, sería una iglesia con una alta y verdadera espiritualidad. Sin embargo, no era así, sino mas bien lo contrario.
En el 3:1-4 de la misma carta, Pablo les dice que "no les podía hablar como a espirituales sino como a carnales". El calificativo "carnal" (gr.), aquí tiene la connotación de alguien que está dominado por la carne, o sea, la naturaleza pecaminosa heredada de Adán. Este adjetivo griego conlleva un significado ético, con propensión al pecado. Señala la tendencia a satisfacer los deseos pecaminosos. Ser carnal, es pues, lo contrario a ser "espiritual", lo cual significa ser dirigido y guiado por el Espíritu de Dios. Los corintios, con todo y que eran ricos en dones espirituales, tenían una conducta dominada y regida por la carne, en lugar del Espíritu Santo. Esto era la causa de todos los problemas que se suscitan y se desarrollan a lo largo de la carta. Una palabra de advertencia y aplicación, hermanos: los dones espirituales no fueron dados a los creyentes para cambiar su carácter, sino para hacerlos mas útiles y eficientes en el ministerio dentro del cuerpo de Cristo.
Tampoco la verdadera espiritualidad es algo que se adquiera a través de experiencias místicas (1 Co. 14:33, 40).
Por muy fantásticas e impresionantes que sean las experiencias místicas o extáticas que se tengan, nunca van a proporcionar espiritualidad en la vida de quienes las experimenten. Una vez más la iglesia de Corinto nos sirve de ejemplo. Ellos tenían cultos y una liturgia verdaderamente rebosantes. El gozo y las manifestaciones místicas eran exuberantes. Tanto en lo individual como en lo congregacional los corintios eran dados al éxtasis, al grado que Pablo tiene que decirles que "Dios no es un Dios de confusión o tumulto, sino de paz" (14:33) la palabra griega (akatastasiaV) puede traducirse también como "conmoción, confusión, tumulto, agitación o desorden", pero su verdadero significado viene de su composición, la cual literalmente comunica el sentido de "algo que le falta estabilidad, algo carente de firmeza, algo que no tiene que quietud". Este sustantivo griego es el que se usa como adjetivo en Santiago 1:8 para describir al hombre que es inconstante. Los cultos de los corintios, eran pues, faltos de estabilidad y firmeza, por lo que terminaban en confusión y desorden. Al igual que ellos, hoy muchas iglesias y creyentes quieren alcanzar un nivel alto de espiritualidad con experiencias tenidas de culto en culto.
Para tal efecto manipulan el ambiente congregacional, generando así un ambiente que propicia las experiencias místicas. Tristemente, mucho de la religiosidad actual tiende a ser más "corintianismo" que cristianismo. Corinto es para ellos el modelo a seguir y el estándar a alcanzar. Sin embargo, es bueno aclarar a estas alturas, que la espiritualidad no es un fin, sino un medio para lograr el fin por el cual Dios nos ha salvado: anunciar las virtudes de aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable.
II.- La verdadera espiritualidad es un estilo de vida santo y piadoso
La verdadera espiritualidad tiene connotaciones morales (Gál. 5:19=21). Las obras que produce la carne, es decir, la naturaleza carnal heredada de Adán, son nocivas, inmorales y destructivas (leer los versículos). Estas prácticas caracterizan a alguien que está dominado por la carne y por lo consiguiente no es heredero del reino de Dios. De este estilo de vida es precisamente de donde nos rescató el Señor. Todos nosotros somos ejemplos vivos del cambio que Dios operó, transformando nuestra manera de vivir, de un estilo egocéntrico y buscador de deleites, a otro que vive de una manera agradable ante sus ojos (teocéntrico).
Como puede apreciarse, la verdadera espiritualidad abarca un área mucho más amplia que simplemente los cultos realizados en el lugar de reunión. La verdadera espiritualidad tiene connotaciones morales, ya que involucra apartarse de las viejas prácticas que antes nos caracterizaban y en las cuales nos regocijábamos.
La verdadera espiritualidad consiste en manifestar el fruto del Espíritu Santo en el diario vivir (Gál. 5:22, 23). Cuando uno recibe a Cristo, entre otras bendiciones, viene ser templo del Espíritu Santo, el cual mora permanentemente en uno. El Espíritu de Dios tiene el calificativo "Santo" no sólo porque es santo, sino también porque lo que toca o habita lo hace santo, incluido el creyente. De ser completamente caracterizado por las obras de la carne, ahora el creyente viene a demostrar en su conducta diaria el fruto del Espíritu.
Una simple mirada a estas nueve manifestaciones del fruto del Espíritu nos deja ver que lo que Él produce es precisamente un carácter similar al de Jesucristo. Un carácter así nos permitirá tener buenas relaciones interpersonales con todo tipo de personas, dar un testimonio impactante ante los incrédulos de la obra que Dios hace en la vida de uno que ha recibido a Cristo como su Salvador, y sobre todo, agradar a Dios en todo lo que hagamos, digamos o seamos.
Biológicamente hablando, un fruto es el resultado de un proceso de "fructificación" en el cual esa estructura se va formando paulatinamente en la planta, al irse alimentando de la rica savia que las raíces absorben del suelo. De igual manera un carácter así es la consecuencia lógica de una vida que está enraizada en Dios, revelando de una manera sobrenatural el “ramillete” de características que provienen del Espíritu Santo. Es, pues, el fruto (gr. ) del Espíritu Santo, y no los dones lo que demuestra una verdadera espiritualidad en la vida del creyente en Cristo. El fruto tiene que ver con nuestra manera de ser y los dones con nuestro ministerio dentro de la iglesia. Es posible ser muy activo en la iglesia, y sin embargo tener un estilo de vida inmoral, y por ende un testimonio, que eche por el suelo todo lo que hagamos o digamos. El deseo de Dios es que demostremos una verdadera espiritualidad en nuestro diario vivir y en todas nuestras relaciones personales y sociales.
Ya en el Antiguo Testamento se veía claramente que para agradar a Yahweh no bastaba con ofrecer actos cultos, sino que era necesario llevar una conducta moral correcta. La voluntad de Yahweh no estaba representada en términos de actos de culto, como las naciones paganas vecinas, sino en términos de conducta moral.
III.- La verdadera espiritualidad se logra a través de un proceso
Es un proceso constante que requiere la sumisión del creyente al Espíritu Santo (Ef. 5:18). La verdadera espiritualidad se alcanza dejándose guiar y controlar por el Espíritu Santo. Cuando Pablo dice "sed llenos del Espíritu Santo", lo hace a manera de imperativo, no de sugerencia. Si analizamos gramaticalmente esta oración, nos damos cuenta que está escrita en modo imperativo, voz pasiva y en tiempo presente continuo (gr. ). La voz pasiva enseña que ser lleno del Espíritu Santo no es algo que uno haga por sí mismo sin la intervención de Dios. Más bien consiste en dejarse llenar por El. El es el agente que realiza la acción y el creyente en Cristo quien la recibe. Por otro lado, recordemos que el Espíritu Santo es una persona, no un objeto. Así que, dejarse llenar por el Espíritu Santo no es otra cosa más que dejarse "controlar" y "guiar" por El. Además, el tiempo presente continuo indica que es una orden que no sólo debe hacerse una vez y ya, como pretendiendo haber alcanzado el tope máximo de espiritualidad, sino dejarse controlar y guiar constante y continuamente por El. Por consiguiente, éste es un proceso que dura toda la vida del creyente. Es un permanente dejarse controlar por el Espíritu Santo de Dios.
Esto se reflejará en el hogar, el trabajo, los estudios y en toda relación sociales que tengamos que establecer producto de nuestra vida en sociedad. Si estamos dejando que el Espíritu Santo nos guíe y controle, los efectos se evidenciarán en nuestra manera de vivir.
Requiere esfuerzo y disciplina de parte del creyente (1 Ti. 4:7,8). Si bien la verdadera espiritualidad es algo que Dios produce en la vida del creyente, éste también participa en el proceso. El Espíritu Santo es quien santifica el carácter y la vida entera del creyente. Sin embargo, Pablo le confiere bastante responsabilidad al creyente. Cuando Pablo escribe su primera carta pastoral a Timoteo, le dice "Ejercítate a ti mismo para la piedad" (gr. ). La construcción gramatical de la oración es así: modo imperativo, voz activa, tiempo presente pero seguida de un pronombre reflexivo (gr. ) que hace que la acción de ejercitar recaiga en el mismo que la hace y no en otra persona. Este también es un imperativo para el creyente. Es una orden que se le da tajantemente a Timoteo, y con él a todo creyente. Nadie puede hacerlo por otra persona; es algo que cada creyente debe hacer por sí mismo. El imperativo unido al tiempo presente indica que era una acción que Timoteo ya estaba haciendo y que debía seguir haciendo, no algo que debiera empezar. Una traducción más literal diría: "Sigue ejercitándote a ti mismo". El verbo "ejercitarse" se deriva de una palabra que significa "desnudo", y de ella se provienen nuestras palabras "gimnasia" y "gimnasio". Esta palabra tiene un rico significado de esfuerzo, disciplina y dedicación. En las antiguas competencias atléticas griegas los participantes competían desnudos, sin ropas, para no tener ninguna carga o estorbo. Por lo consiguiente, la palabra "ejercítate" tenía originalmente el sentido literal de "ejercítate desnudo". En otras palabras, Pablo está pidiendo que pongamos nuestro mayor "esfuerzo espiritual". De la manera que los atletas se liberaban de todo y competían "desnudos", así debemos despojarnos de todo peso de pecado que nos asedie e impida correr con paciencia la carrera que tenemos por delante. Todo mal hábito, toda mala compañía, toda inclinación que nos estorbe en el proceso de ser cristianos verdaderamente espirituales, debe ser dejado a un lado. Sin embargo, para ejercitarse no sólo es necesario desprenderse de algo y correr "desnudos" sin el peso del pecado que nos asedia. Antes de ejercitarnos es necesario alimentarnos. Por eso Pablo dice a Timoteo que como buen ministro de Jesucristo, debe estar nutrido (gr, entrefomenoV). Este es un participio que también significa "abastecido, alimentado". Pero, ¿alimentado de qué? El mismo versículo 6 lo dice: alimentado de las palabras de la fe y de la buena doctrina, no de las experiencias extáticas. Por último, Timoteo debía seguir ejercitándose para la piedad (gr. ). Esta es una palabra griega compuesta, cuyo significado literal es: "reverencia o devoción bien dirigida". Sin embargo, cuando se aplica a la vida cristiana, denota una vida que es aceptable a Cristo, quien lo ha salvado. Es tanto una actitud que abarca toda la manera de vivir.
Piedad, espiritualidad y santidad es algo que se alcanza sólo con un profundo esfuerzo de parte del creyente y con una continua dependencia del Espíritu Santo.

Concluyendo diremos que: La verdadera espiritualidad es un estilo de vida moral, piadoso e irreprensible que refleja el fruto del Espíritu Santo, en toda nuestra manera de vivir, es decir, el carácter de Cristo. La verdadera espiritualidad no se alcanza instantáneamente ni por experiencias extáticas, sino por un proceso diligente y disciplinado de practicar los hábitos cristianos.

Sermón elaborado y predicado por Floriano Ramos Esponda
en la Semana de Homilética en Septiembre de 1997
en el Seminario Teológico Centroamericano
Cd. de Guatemala, C.A.
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